La UNQ y la empresa ArsUltra avanzan en el desarrollo de una tecnología espacial

POR Luciana Mazzini Puga para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Se trata de una computadora que gestiona y controla la información de las cargas útiles de los satélites. Se estima que el proyecto verá la luz a fines de este año.

La Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y la empresa ArsUltra avanzan en el desarrollo de una tecnología espacial: se trata de una computadora modular que gestiona y controla la información que envían las cargas útiles de los satélites. El proyecto, que se encuentra en la etapa final de diseño, espera su fabricación y los ensayos de funcionamiento correspondientes durante 2023. Si todo marcha de acuerdo a lo planeado, el proceso concluirá a fin de año y saldrá a la luz para ser utilizado y adaptado a las necesidades nacionales y, más tarde, ser exportado desde Argentina.

Los satélites están conformados por dos partes: por un lado, la plataforma de servicios asociados al mantenimiento y la operación de la tecnología espacial, como es la carga de batería, las comunicaciones con la Tierra, la gestión de los paneles solares o el control térmico del satélite; y por el otro, la carga útil, es decir, los instrumentos que permitirán al satélite desempeñar su trabajo, por ejemplo cámaras infrarrojas, sistemas ópticos de observación de la Tierra o el espacio, o sistemas de comunicaciones.

El satélite SAOCOM 1B desde el espacio. Créditos: Invap

Con esto en mente, el presidente de ArsUltra, Juan Martín Semegone, explica a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ: “Las computadoras de las cargas útiles son responsables del control y la información que reciben. En este caso, nuestra computadora podrá recibir las fotos que saque la cámara del satélite y comprimirlas o formatearlas, y podrá concentrar la información que obtengan los instrumentos de los satélites y bajarlos a la Tierra”. Asimismo, dicha tecnología se encargará de encender los instrumentos en el momento en que deben operar, de configurarlos o de su acondicionamiento térmico.

Además, Semegone detalla que la computadora en desarrollo es genérica y “modular”, es decir que presenta diferentes módulos que podrán conectar e intercambiar varias cargas útiles de distintos satélites a la vez. “Se desarrolla una unidad de cómputo que se puede adaptar a distintas misiones y distintos requerimientos, desde satélites de órbita baja o media a geoestacionarios con algunas consideraciones”, manifiesta el titular de ArsUltra.

Y agrega: “No tenemos conocimiento de que se estén haciendo computadoras modulares en Argentina. Sí las vimos en Europa o en Estados Unidos, pero no necesariamente iguales que las nuestras. De todas maneras, cada vez hay una tendencia mayor a la modularidad, a acelerar los procesos de desarrollo y que las misiones se hagan cada vez más rápido”.

Con el diseño en la etapa final, el equipo proyecta que para mediados de año ya se haya fabricado un prototipo y se comience con los ensayos tanto de funcionamiento del hardware como ambientales (por ejemplo, ensayos térmicos para conocer la respuesta de las variaciones de temperatura que se dan en el ámbito espacial o de vibración). Los objetivos son dos: utilizar esta tecnología en Argentina y, luego, exportarla. 

De la UNQ al espacio

En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, el codirector del proyecto, Héctor Pralong, cuenta que este desarrollo permitirá el acercamiento –y funcionará como antecedente– de la industria espacial con los y las estudiantes de esta casa de estudios.

“Antes, los productos que se gestionaban requerían de carreras específicas y hoy poseen múltiples facetas. En este sentido, se necesitan equipos profesionales, cuyos integrantes tengan una mirada sistémica y general. Así, aunque alguien piense que su participación está muy lejos de lo que se busca, verdaderamente puede ser una fuente de conocimiento muy importante”, subraya Pralong, y ejemplifica: “A veces, aquellos que estudian la carrera de Ingeniería en Automatización y Control se sienten desvinculados de la industria espacial, cuando en realidad no es así”.

Además, Pralong manifiesta que apuntan a incorporar estudiantes a la industria espacial. “Seguramente hay gente interesada y este proyecto, como otros de innovación, abre campos de trabajos. La idea no es pasar varias etapas y entregar un producto final. La meta es abrir un área de conocimiento para todos aquellos que quieran sumarse”.

Por su parte, el presidente de ArsUltra relata: “Con la UNQ estamos generando un vínculo enfocado en la creación de tecnología espacial, pero también una sinergia mediante la cual nosotros transferimos conocimiento a la universidad y también aprendemos de ella. La visión estratégica de articular con empresas de tecnologías de frontera fue apoyada por el rector Alfredo Alfonso dentro del marco de la universidad”.

Semegone plantea que esta alianza estratégica permitirá la posibilidad de abordar nuevos proyectos, de generar material concreto de desarrollo y procesamiento dentro de la casa de estudios, tener un producto comercial y, además, entrenar nuevos estudiantes en tecnologías que estén situadas dentro del marco de economía del conocimiento.

El apoyo estratégico y el impulso de las empresas del sector de tecnologías fue articulado por la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo, la Secretaría de Economía del Conocimiento (dentro de la que se destacan la Dirección Nacional de Innovación Abierta y la Dirección de Consolidación de Sectores Estratégicos) y la Secretaría de Comercio, todas entidades del ministerio de Economía.

Comida espacial diseñada por un argentino

Horacio Acerbo creó una compañía a la que llamó Eternal. Produce biomasa a partir de un hongo con características modificables y permite su utilización en la elaboración de diversos productos, desde quesos hasta hamburguesas, pechugas de pollo, pescado y bebidas.

Hace cinco años, el sociólogo y emprendedor argentino, Horacio Acerbo, descubrió el potencial del Fusarium venenatum, un hongo que prometía ser una alternativa revolucionaria en la producción de proteínas. Este hongo, investigado por una compañía inglesa, no solo se destacaba por su capacidad de generar una cantidad significativa de proteínas de alto valor biológico, sino también por su perfil nutricional completo, que incluía fibra, aminoácidos esenciales y lípidos saludables. Además, al ser de origen fúngico, ofrecía un modo de producción sustentable que no requería el uso de tierra.

En ese momento, Acerbo se encontraba liderando EnyeTech, una empresa que él mismo había fundado y que se enfocaba en proyectos relacionados con software, hardware e inteligencia artificial. Fue desde allí que decidió investigar a fondo este hongo, contactando al INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) para colaborar en el cultivo y aprendizaje conjunto.

Acerbo logró desarrollar una biomasa del fusarium, que bautizó como Mycofood, a la que podía modificar para elaborar diversos productos.

«Aprovechamos la inteligencia artificial para estudiar en tiempo real la estructura morfológica del hongo y la cantidad de proteínas que generaba, al modificar sus condiciones de cultivo. De esta manera, la inteligencia artificial aprendió de estos cambios, optimizando el medio de cultivo», explicó Horacio Acerbo.

El nacimiento de Mycofood

Gracias a esta tecnología pionera, el emprendedor logró desarrollar una biomasa a partir del Fusarium venenatum, a la que llamó Mycofood. Esta biomasa poseía características modificables, lo que permitía su utilización en la elaboración de diversos productos, desde quesos hasta hamburguesas, pechugas de pollo, pescado y bebidas. Acerbo destacó: «La biomasa también puede secarse y molerse para la fabricación de batidos, helados o para fortificar fideos. Lo interesante es que no tiene sabor ni olor, y su color es bastante blanquecino. Es como un lienzo en blanco para crear una variedad de alimentos».

El emprendedor logró desarrollar una biomasa del fusarium, que bautizó como Mycofood.

Hoy en día, la empresa encargada de llevar adelante este revolucionario desarrollo iniciado por el investigador argentino es Eternal, con Union Group como su principal inversor. La compañía se encuentra en proceso de cotizar en la bolsa de Canadá y se estima que su valor alcance entre 120 y 200 millones de dólares.

Aunque la biomasa aún no está disponible en el mercado, Eternal ya está produciendo a nivel industrial y enviando muestras a diversas empresas alimentarias interesadas en elaborar productos a partir de ella. Acerbo afirmó: «Nuestro objetivo es vender la biomasa a 5 o 6 dólares por kilogramo, y esperamos reducir ese precio a 3 dólares en aproximadamente dos años, cuando tengamos nuestras propias fábricas».

Además de la producción en China, Eternal cuenta con oficinas en Finlandia, Inglaterra y Estados Unidos. Por otro lado, el desarrollo de la inteligencia artificial se lleva a cabo en Málaga, España.

 

Mycofood llega al espacio desde el laboratorio

Uno de los recientes logros destacados de Eternal ha sido alcanzar las semifinales del Desafío Alimentario del Espacio Profundo, un concurso impulsado por la NASA que busca transformar la calidad de los alimentos consumidos por los astronautas durante sus misiones espaciales.

Acerbo comentó: «La próxima fase se llevará a cabo en diciembre y en enero se anunciarán los finalistas. Si llegamos a esa etapa, en febrero tendremos que mostrar en el laboratorio cómo generaremos la biomasa. Presentamos un proyecto que consiste en un pequeño biorreactor diseñado para viajar al espacio, utilizando una cantidad precisa de agua y energía para que los astronautas puedan producir la biomasa fúngica allí mismo».

«Los astronautas se alimentaron con muestras de hamburguesas y nuggets de pollo», dice el emprendedor.

Gracias a este concurso, Eternal estableció contacto con el Laboratorio de Vuelo Espacial Humano de la Universidad de Dakota del Norte, donde la NASA patrocina una misión análoga que simula la estadía en Marte. Durante esta misión, los astronautas consumieron muestras de hamburguesas y nuggets de pollo elaborados con la biomasa de hongo de Eternal.

En una época de creciente controversia en torno a los métodos de producción de proteína animal y con un auge en tendencias alimentarias como el veganismo o el vegetarianismo, Acerbo destaca las ventajas de Mycofood en comparación con otras alternativas en el mercado, como los alimentos a base de plantas o la carne cultivada en laboratorio.

«Hoy en día, la cadena de suministro está muy alterada. Lo interesante de nuestro proceso de fabricación es que prácticamente no dependemos de una cadena de suministro extensa. Solo necesitamos una fuente de carbono, agua, oxígeno, nitrógeno y un fermentador. No necesitamos tierra y podemos producir cerca del consumidor o de la empresa, evitando problemas geopolíticos, pandémicos o sequías», explicó Acerbo.

La compañía planea comenzar a vender la biomasa a mediados de 2023, y entre sus próximos planes se encuentra establecer sus propias fábricas en diferentes partes del mundo, como Estados Unidos, India y Europa, descentralizando así la producción de proteínas y asegurando su disponibilidad global.

Fuente: IProfesional

 

La colisión de la sonda DART produjo la expulsión de más de cinco millones de kilos de material

Por SINC.

El impacto de la primera prueba de defensa planetaria de la NASA alteró la órbita de este objeto rocoso en torno a su compañero Dídimo y provocó la formación de un cráter. Investigadores del CSIC han participado en los primeros análisis de esa misión y han comprobado que la técnica conocida como ‘impactador cinético’ para desviar cuerpos celestes tiene gran potencial.

El 27 de septiembre de 2022, la misión DART (acrónimo en inglés de Prueba de Redireccionamiento de Asteroide Doble) de la NASA colisionó contra su objetivo, el asteroide Dimorfo, y cambió su órbita.

Se trataba de la primera misión de prueba de defensa planetaria diseñada para cambiar el curso de un asteroide y su éxito fue seguido por el análisis intensivo de la colisión, que incluye el estudio de las toneladas de roca que fueron desplazadas y lanzadas al espacio.

Los resultados de estos análisis se publican hoy en cuatro artículos en Nature, los cuales han contado con la participación de investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC).

El 27 de septiembre de 2022 la sonda DART impactó en el asteroide Dimorfo y cambió su órbita. / DART / NASA

La misión DART buscaba demostrar la utilidad del método de impacto cinético para desviar asteroides potencialmente peligrosos sin emplear cargas explosivas. Su objetivo, situado a 11 millones de kilómetros de la Tierra, era el satélite Dimorfo, de unos 160 metros de diámetro, que orbita en torno al asteroide Dídimo (de 780 metros de diámetro), formando un sistema binario.

El impacto de la nave, que viajaba a unos seis kilómetros por segundo, desvió la órbita de Dimorfo y acortó su periodo de traslación respecto a Dídimo en más de media hora, lo que constituyó un éxito del proyecto.

“Sin embargo, quedaban otros muchos aspectos por estudiar, en particular, la caracterización del material eyectado tras la colisión”, señala Fernando Moreno, investigador del IAA-CSIC que participa en uno de los artículos.

Así, desde el mismo momento del impacto y hasta varios meses después, el telescopio espacial Hubble (HST) ha tomado imágenes de ese material y caracterizado su evolución.

El investigador del CSIC aclara: “Aunque una parte del material consiste en partículas expulsadas a alta velocidad, a varios cientos de metros por segundo, y que desaparece del campo de visión de las cámaras rápidamente, hemos podido observar la componente de baja velocidad”.

En este trabajo se presenta un estudio fundamentalmente morfológico de la evolución de ese material, que ha permitido determinar la compleja interacción entre el sistema de asteroides y el polvo bajo la acción de la presión de radiación producida por la luz solar.

“Al excavar DART el cráter de impacto, la estructura superficial y del subsuelo del asteroide juegan un papel. Son lanzadas grandes rocas pero, en buena medida, hemos visto que muchas han sido debilitadas por el procesado espacial en la superficie del asteroide y, por tanto, fueron preferentemente desmenuzadas por el impacto e inmediatamente lanzadas al espacio en dirección opuesta al proyectil como partículas de tamaño centimétrico hasta micrométrico, quedando entonces sometidas a la presión de radiación de la propia luz del Sol”, apunta Josep Maria Trigo, investigador del ICE-CSIC en Barcelona y coautor también del trabajo.

“Esta presión de radiación aleja las partículas micrométricas a distancias de varios miles de kilómetros en un par de días, mientras que las partículas más grandes, expulsadas a velocidades cercanas a la velocidad de escape del sistema (de unos cuarenta centímetros por segundo) muestran movimientos espirales alrededor del sistema y una complicada evolución con el paso de los días” indica Moreno.

“Vemos, por ejemplo, la aparición de una cola doble, que podría estar relacionada con el reimpacto de una porción de las partículas más grandes emitidas o boulders sobre la superficie de Dídimo, o bien con la desintegración de esos mismos boulders debido a una alta velocidad de rotación o por efecto de colisiones mutuas” señala.

La activación de asteroides constituye un fenómeno que ocurre de manera natural en el Sistema Solar y que produce el aumento de brillo del objeto y el despliegue de una cola de polvo similar a la de los cometas. El experimento DART ayudará a caracterizar los asteroides activos naturales en los que las colisiones con otros asteroides actúan como mecanismo de activación.

Gran eficiencia en desviar asteroides

Por otro lado, Trigo, miembro del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) en el ICE-CSIC, ha estudiado e interpretado las imágenes de Dimorfo obtenidas por la cámara Draco a bordo de DART y también desde la sonda italiana LICIACube, así como los efectos producidos en el entorno del sistema binario de algunos de los mayores telescopios en Tierra y en el espacio antes y después del impacto.

La especialización del equipo del ICE-CSIC en los meteoritos condríticos que componen estos asteroides ha permitido mejorar la interpretación de los procesos ocurridos en ellos.

Dimorfo y Dídimo. Foto: NASA

El investigador del CSIC también ha contribuido a cuantificar el factor de impulso producido por el choque de DART, el denominado factor beta, participando en tres de los cuatro artículos publicados por Nature.

“Mediante esas imágenes hemos constatado los efectos causados por el impacto de DART. Durante varias semanas las medidas de periodo de revolución de Dimorfo se vieron entorpecidas por la enorme cantidad de polvo emitida desde el cráter dejado por DART. No podemos olvidar que Dimorfo está enormemente fracturado por colosales impactos y parece poseer una frágil estructura de pila de escombros, con lo que la densidad y porosidad del material son factores clave a la hora de cuantificar el factor beta”, destaca Trigo.

Los científicos han comprobado que una sonda como DART, basada en la técnica conocida como impactador cinético para desviar asteroides, tiene un gran potencial para ser efectiva. “La humanidad tiene ahora un plan en caso de descubrir un asteroide en una ruta directa de colisión con la Tierra. De hecho, podríamos decir que DART ha dado comienzo a una nueva era de defensa planetaria activa frente al peligro de impacto por asteroides”, concluye.

Las observaciones de la misión DART producirán más resultados en breve. “Caracterizaremos el material eyectado con la aplicación de códigos dinámicos de Monte Carlo, que permiten estudiar la evolución dinámica de las partículas y construir imágenes sintéticas, que revelan a su vez las propiedades del polvo: distribución de tamaños, velocidades y masa total eyectada” resalta Fernando Moreno.

“Esto es muy importante de cara a la determinación del llamado factor beta sobre la eficiencia de la transmisión del momento lineal en la colisión, aparte del conocimiento que transmite sobre los procesos de colisión naturales en el cinturón de asteroides”, precisa.

“Pronto ganaremos en la comprensión de la estructura, composición y porosidad de ambos asteroides gracias a la llegada a ese sistema binario de la misión Hera de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que permitirá ahondar todavía más en el origen dinámico y la evolución colisional de estos cuerpos, representativos de los que podrían poner en jaque la vida en la Tierra”, señala Trigo.

El Laboratorio de Física Aplicada (APL) de la John Hopkins University (EE UU) construyó y operó la nave espacial DART y administra la misión DART para la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA como un proyecto de la Oficina del Programa de Misiones Planetarias de la agencia estadounidense. LICIACube (Light Italian Cubesat for Imaging of Asteroids por sus siglas en inglés) es una misión de la Agencia Espacial Italiana (ASI) que forma parte de la misión DART llevada a cabo por Argotec.

Las propiedades del cráter generado en la superficie de Dimorfo, así como la evolución de la dinámica del sistema, serán estudiados por la misión Hera de la Agencia Espacial Europea (ESA), que será lanzada en 2024 y que comenzará el estudio del sistema en 2026.

 
Referencias:

 

Cheng A., et al. “Momentum Transfer from the DART Mission Kinetic Impact on Asteroid Dimorphos”, Nature (2023)

Daly T., et al. “Successful Kinetic Impact into an Asteroid for Planetary Defense”. Nature (2023)

Li J.-Y., et al. “Ejecta from the DART-produced active asteroid Dimorphos”. Nature (2023)

 
Fuente: CSIC y SINC.