Conocé los riesgos y beneficios para la educación en el uso de la Inteligencia Artificial

En la cumbre AI+Education organizada por la Universidad de Stanford, de Estados Unidos, se analizaron los pros y contras de utilizar la inteligencia artificial en las aulas.

Con motivo de los avances en la Inteligencia Artificial (IA) se llevó a cabo un encuentro convocado por el Instituto Human-Centered Artificial Intelligence de la Universidad de Stanford, que reunió a investigadores, emprendedores y expertos de inteligencia artificial y educación para explorar el potencial de la IA en la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

La educación fue el tema central de la cumbre AI+Education y se analizaron los riesgos y beneficios del uso de la Inteligencia Artificial en los establecimientos educativos.

Una vista de la universidad de Stanford, con un destacado en la Torre Hoover (REUTERS/Noah Berger/File Photo)

Beneficios

En los destacados positivos del uso de IA para mejorar los procesos educativos se nombraron cuatro beneficios entre los que se encuentra el apoyo personalizado para maestros a escala. Los modelos de lenguaje de IA pueden actuar como estudiantes de práctica para nuevos maestros, proporcionar comentarios y sugerencias en tiempo real, y generar informes posteriores a la lección para resumir la dinámica del aula. Además, la IA puede ayudar a los maestros a mantenerse actualizados con los últimos avances en su campo y actualizar su plan de estudios en consecuencia.

Otro de los pros a la hora de utilizar la IA en el aula es cambiar lo que es importante para los alumnos. La calculadora se ha convertido en una herramienta omnipresente en la educación, pero no ha eliminado la necesidad de aprender habilidades matemáticas básicas. De manera similar, la IA no debe hacer que los estudiantes pierdan la capacidad de pensar críticamente y desarrollar habilidades fundamentales. En cambio, puede elevar la vara al requerir que los estudiantes editen y curen, convirtiéndolos en arquitectos más creativos y ambiciosos. La IA podría ser vista como una herramienta similar a la imprenta, democratizando el conocimiento y mejorando las habilidades de escritura humana, en lugar de reemplazarlas.

El tercer beneficio que destacaron los especialistas en la cumbre es permitir el aprendizaje sin miedo al juicio. La inteligencia artificial puede ayudar a fomentar la confianza en sí mismos de los estudiantes al proporcionar comentarios constructivos que no causen la misma timidez que la respuesta humana, lo que hace que los estudiantes estén más dispuestos a participar, asumir riesgos y ser vulnerables. Además, los agentes de IA en tiempo real pueden brindar apoyo y retroalimentación en áreas donde es difícil enseñar habilidades blandas, como la comunicación y el pensamiento crítico, permitiendo a los estudiantes probar diferentes tácticas para mejorar.

Finalmente, el último aspecto positivo que abordaron fue el de mejorar la calidad del aprendizaje y la evaluación. La inteligencia artificial tiene el potencial de mejorar la calidad del aprendizaje y la evaluación al permitir que los maestros generen múltiples conversaciones únicas con cada estudiante, lo que no es posible en un aula tradicional. Además, la IA puede determinar rápidamente las habilidades de un alumno y recomendar soluciones para llenar los vacíos, lo que puede ayudar a los estudiantes a ser emparejados con roles que requieren esas habilidades. Estas mejoras pueden abordar algunos de los desafíos más importantes de la educación, como la dificultad de enseñar habilidades blandas de manera efectiva y la incapacidad de juzgar el perfil de habilidades de un alumno.

OpenAI aseguró que la inteligencia artificial tendrá mejoras para incluir reglas y que no tenga sesgos ideológicos.

Riesgos

Los expertos de la cumbre también evaluaron cuatro riesgos a tener en cuenta para la introducción de la IA en el aula, como por ejemplo considerar que el resultado del modelo no refleja la verdadera diversidad cultural. En la actualidad, los modelos de inteligencia artificial como ChatGPT no logran reflejar la diversidad cultural y las voces auténticas de poblaciones diversas en el sistema educativo. Esto crea una brecha abrumadora en la conexión y seguridad para algunos de los estudiantes más desatendidos, lo que dificulta la creación de un entorno educativo equitativo.

Otro de las contras de los modelos es que no se optimizan para el aprendizaje de los estudiantes. Aunque ChatGPT proporciona respuestas a las consultas, estas respuestas no están optimizadas para el aprendizaje de los estudiantes. A menudo, se enfocan en proporcionar respuestas rápidas en lugar de explicaciones pedagógicamente adecuadas o marcos que fomenten la curiosidad y el aprendizaje profundo.

Como tercer punto hay que considerar que las respuestas incorrectas vienen en empaques bonitos. La IA puede generar respuestas coherentes pero inexactas, como lo demostró un estudio en el que un chatbot de tutoría virtual ofrecía respuestas erróneas en un formato atractivo y educativo. A pesar de que el chatbot utilizaba técnicas pedagógicas efectivas, las respuestas que proporcionaba no eran matemáticamente precisas.

Fuente: Infobae

´´No es realista pensar que las renovables pueden sustituir totalmente al sistema energético actual´´

Por Adhik Arrilucea para SINC.

El equilibrio entre los proyectos de energía renovable y la conservación del paisaje es una de las cuestiones que se está planteando en la actualidad en España para lograr una transición ecológica justa. Ernest García, profesor emérito de la Universidad de Valencia, defiende que en un planeta con recursos limitados debemos adaptarnos social y económicamente si queremos «mitigar el golpe» de la crisis climática.

Los conflictos sobre el territorio son algunas de las preocupaciones que los ecologistas manifiestan cuando se habla de la implantación de las energías eólica, fotovoltaica o la solar térmica. Asimismo, la gestión segura de residuos de la nuclear pone en entredicho la fisión como alternativa verde e incluso el denominado hidrógeno verde genera sendas dudas entre los expertos debido a su inestabilidad.

Ernest García (Alicante, 1948), profesor emérito de la Universidad de Valencia, ha dedicado parte de su vida académica a la investigación en el campo de la sociología ecológica. Esto le ha llevado a estudiar la dinámica de los conflictos socioecológicos, la relación entre las condiciones de trabajo y la sostenibilidad, así como el impacto ambiental del consumo, o la transición a una sociedad post-carbono. Además, es autor de libros como: Medioambiente y Sociedad: La civilización industrial y los límites del planeta o Ecología e Igualdad, Hacia una relectura de la teoría sociológica en un planeta que se ha quedado pequeño.

Frente a las expectativas apocalípticas de colapso ambiental, ¿cuáles son las opciones que nos dan las renovables?

La esperanza está en desarrollar las circunstancias sociales y económicas adecuadas para mitigar el golpe. Este impacto es inevitable porque no es realista pensar que las energías renovables pueden sustituir totalmente al sistema energético actual. Si hay suerte, pueden suplirlas parcialmente, lo que implica una adaptación de todas las organizaciones de la vida social a una escala más reducida. Si las cosas se hacen bien, deben constituir una manera de reducir los costes de la transición ecológica.

Ernest García es profesor emérito de la Universidad de Valencia y experto en sociología ecológica. / SINC (Álvaro Muñoz)

En España se debate la implantación de la energía eólica y la fotovoltaica por los problemas asociados de impacto ambiental. ¿Tenemos mecanismos que garanticen buenas prácticas en la construcción de estos parques? 

El principal problema es la necesidad de ocupar mucho espacio. La radiación solar es una forma de energía muy diluida y para captarla hace falta una superficie muy grande, esto provoca un conflicto sobre el uso del territorio. La energía eólica, aunque más concentrada, sigue siendo dispersa, y genera problemas asociados a cuestiones de paisaje y de protección de fauna, como es el caso de las las aves. Estos problemas no pueden suprimirse.

¿Qué soluciones se proponen? 

Algunos críticos abogan por estaciones más pequeñas, pero eso implica desconcentrar la energía. Yo soy muy partidario del uso desconcentrado como instrumento de apoyo, pero es imposible sustituir todos los usos actuales de los sistemas eléctricos. Si deslocalizas y diversificas, no puedes tener macrosistemas colonizados a escala mundial como tenemos ahora. Esto no es necesariamente malo, pero algunos piensan que ambas cosas son compatibles cuando no lo son.

En el caso de la energía nuclear existe una división de posturas. ¿Cómo augura su futuro?

En la actualidad nadie piensa que la energía nuclear pueda ser una alternativa al sistema energético, ni siquiera sus defensores más acérrimos. Existen en torno a 450 centrales nucleares en el mundo que producen algo menos del 4 % de la energía comercial. Para que esta alternativa reemplace el sistema actual habría que multiplicar por 20 el número de centrales y el suministro de combustible, cuando el uranio es un material no renovable. Además, habría que resolver el problema sobre la gestión de residuos. Incluso quienes más abogan por su uso, reconocen que este es un asunto no resuelto. 

¿Qué otros peligros suponen las nucleares?

Habría que controlar el riesgo de proliferación militar. Siempre ha habido una conexión entre los usos civiles de la energía nuclear y la fabricación de bombas atómicas, que es lo que está en el fondo del conflicto. En suma, haría falta una respuesta creíble a todos estos planteamientos para afirmar que la energía de fisión puede sustituir los combustibles fósiles. Absolutamente nadie lo cree.

Ernest García durante una ponencia en la Residencia de Estudiantes en Madrid. / SINC

El hidrógeno verde está ahora muy en boga. ¿Tiene potencial para paliar la crisis climática?

Puede ayudar poco. ‘Hidrógeno verde’ como tal quiere decir hidrógeno producido a partir de electricidad generada por fuentes renovables. Posteriormente, ese hidrogeno se utiliza como combustible, pero esta tecnología plantea problemas parecidos a la nuclear.

Aunque el hidrógeno es el elemento más abundante en la naturaleza, también es el más inestable. Simplificando, pensar en un mundo de coches movidos por hidrógeno es imaginar un mundo de explosiones cotidianas. Esto no pasará, pero sí que hay algunos planes de construir grandes depósitos de hidrógeno, lo que supone una bomba de relojería.

En varios artículos menciona la teoría de Howard y Elisabeth Odum sobre el ciclo de crecimiento, agotamiento y descenso de los ecosistemas y las civilizaciones. ¿Qué otros ejemplos existen en la historia de decrecimiento?

Quizás el más conocido en Europa es la decadencia del Imperio Romano de Occidente, pero hay muchos otros. De todos modos, el decrecimiento no es una opción, es simplemente algo que pasa si un sistema se sitúa por encima de la capacidad de su ecosistema para mantenerlo. Se puede forzar durante un tiempo, pero está destinado a decrecer.

También habla de la necesidad de desmantelar la globalización. ¿La mirada glocal (‘piensa global, actúa local’) es la alternativa?

Efectivamente, la desglobalización es otro efecto inevitable. Para globalizar hace falta interconectar, lo cual requiere de energía y recursos. Existen muchas propuestas con un principio de localización: el kilómetro cero, la ciudad de los 15 minutos o las comunidades energéticas locales. Todo esto responde a una idea de relocalización, de adaptarse a una situación en la que la dependencia de sistemas mundialmente interconectados va a entrar en crisis.

Es interesante desde el punto de vista sociológico porque estas propuestas remiten a la asociación colectiva. Más local significa más comunidad. Un mayor peso comunitario conlleva relaciones sociales más cálidas y mayor cohesión social, pero también implica incrementar el control sobre los individuos.

¿Aumentaría este decrecimiento la desigualdad norte y sur?

En mi opinión, depende de algunas variables. Los problemas de distribución, desigualdad y sostenibilidad ecológica son distintos, pero están interconectados. Por ejemplo, el decrecimiento en el uso de materiales y recursos podría facilitar su acceso a las comunidades locales. Utilizarlos de tal manera que el consumo total disminuya sería compatible con el incremento de la igualdad. Esto en teoría es posible, pero son los políticos quienes deben plantear cómo hacerlo.

Los investigadores demandan medidas políticas y estos últimos esperan soluciones científicas. ¿Cómo se consigue el consenso ante la crisis climática?

Que Dios nos pille confesados (ríe). Ese patrón viene de los años 60 y las políticas de medio ambiente existen desde entonces. En aquel momento se discutía su necesidad y utilidad, pero hoy nadie cuestiona la intervención política sobre, por ejemplo, los parques naturales. Sin embargo, problemas más de fondo como la crisis climática se siguen planteando en los mismos términos.

¿Cuál es su opinión ante el activismo climático que han adoptado algunos científicos de forma individual?

Es un efecto más de la maduración de esta dinámica. Tras mucho tiempo jugando a ese juego, los que avisan del problema se acaban activando. Creo que el movimiento juvenil también ha mediado en este asunto, porque reclaman que se escuche a los científicos. Es el mismo problema de circulación que existe entre la ciencia y la política, es decir, se va intensificando a medida que aumenta la urgencia. No creo que suponga un cambio, sino que es una expresión más de esta vieja dialéctica.

Fuente: SINC.

Una empresa argentina apuesta a las energías limpias para salvar al planeta

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Ofrece soluciones basadas en el sol y el viento que ayudan a mitigar los efectos de la emergencia climática y aceleran el cambio hacia un modelo energético descarbonizado.

El calentamiento global por la acción humana es un hecho sobre el que existe un sólido consenso científico. Y, bajo esta premisa, la energía provista por fuentes no renovables constituye el principal factor para que eso suceda. Según un informe de Naciones Unidas (ONU), representa alrededor del 60 por ciento de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. En ese contexto, el sol, el viento y las energías limpias, son clave para salvar el planeta. ¿Por qué? Porque se regeneran naturalmente y, por lo tanto, son inagotables. ¿Cómo acelerar, entonces, el cambio hacia un modelo energético descarbonizado? La empresa Goodenergy pisa fuerte en ese camino.

Buscamos reemplazar gradualmente la energía convencional por la solar, ofreciendo soluciones en base a fuentes renovables, buscando el triple beneficio de ahorrar dinero, tener independencia de la red de servicios y aportar un granito de arena al cuidado del ambiente”, cuenta a la  Agencia de noticias científicas de la UNQ Pablo De Benedictis, director de Goodenergy.

Paneles Solares. Créditos: GoodEnergy

Desde la ciudad de La Plata, la firma nació como un proyecto enfocado en promover la generación de energía renovable en el mercado argentino y contribuir a cambiar la cultura de eficiencia y abastecimiento energético. “Nuestro objetivo es fomentar y ser protagonista de una transformación energética, ayudando a concientizar a la población sobre la importancia de la ecología y reduciendo la contaminación ambiental”, dice De Benedictis.

Del garage de la abuela a todo el mundo

Cuando hace 12 años De Benedictis y su socio Julián Bartoli comenzaron con el proyecto en el garaje de su abuela, tenían un propósito: ofrecer energía más limpia que genere un ahorro en los consumidores. Entre los dos supieron encarar la empresa y hacerla realidad. ¿Cómo? Ofreciendo termotanques, paneles solares y climatizadores de piletas que funcionan de manera independiente de la red energética tradicional, permiten ahorrar dinero y, sobre todo, cuidar el ambiente.

En este sentido, constituyen una alternativa a las energías no renovables, que son los combustibles fósiles, como el petróleo, el gas y el carbón, que se agotan con el tiempo y generan emisiones contaminantes que contribuyen al cambio climático.

Su labor emprendedora incluye, asimismo, distintos artículos que utilizan la energía solar como fuente: desde termotanques que proveen agua caliente para uso sanitario, pasando por paneles solares con las mismas prestaciones que un grupo electrógeno convencional, climatización de piletas, hasta accesorios, como losas radiantes y luminarias led, entre otros. “Todos nuestros servicios se ofrecen llave en mano, de forma directa o por medio de nuestros 90 representantes distribuidos en todo el país”, comenta.

Con todo, esta pyme 100 por ciento argentina no para de crecer: abrió una filial en Uruguay, cuenta con un equipo de 20 personas de forma directa y 90 distribuidores que le permiten generar un ahorro de más de 50 mil toneladas de co2 al ambiente.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ