Una startup promete revolucionar el trabajo remoto apoyada en Blockchain y Web3

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Franco Di Stefano
y Gustavo Zach son dos jóvenes emprendedores misioneros que, luego de observar el auge del empleo remoto como consecuencia de la pandemia de COVID-19, fundaron Bull Project, una
startup que ofrece servicios para agilizar los procesos de búsqueda de talentos de cualquier lugar del mundo, la gestión de sus contratos según estándares locales y el pago de sus honorarios a partir de una única factura mensual emitida por la propia compañía. El componente de innovación de este proyecto fintech es que está basado en tecnologías Web3 y Blockchain para automatizar los pagos de salarios en criptomonedas estables (stablecoins) directamente a la billetera virtual elegida por los colaboradores.

Franco Di Stefano durante la presentación de su empresa ante la aceleradora neerlandesa. (Foto: Bull Project).

Como beneficios, las empresas que adoptan sus servicios ven agilizados sus procesos de selección, contratación de talento remoto (a título propio o subcontratados por Bull Project) y la liquidación de sus salarios, de manera completamente automatizada y descentralizada gracias a la implementación de tecnologías de interfaz Web3 y Blockchain, las cuales aportan un alto nivel de seguridad y trazabilidad.

Para los colaboradores las ventajas están dadas por acceder a la posibilidad de trabajar para cualquier compañía del mundo desde cualquier país, pero con un fuerte enfoque hacia candidatos de Argentina y de América Latina, agilizando su contratación, la certificación de los servicios prestados, la emisión de una única factura y el cobro de sus honorarios en criptomonedas estables transferidas a sus billeteras virtuales y convertibles a la moneda en circulación de cada país.

Esta innovadora empresa fue recientemente seleccionada para ser incubada por Startupbootcamp, una aceleradora de empresas radicada en Países Bajos que les otorgó un primer financiamiento de 15.000 euros para continuar con los desarrollos de la arquitectura informática y la adquisición de la infraestructura necesaria para el funcionamiento óptimo de la plataforma. Paralelamente, la incubadora neerlandesa apoya el crecimiento del negocio a través de servicios de consultoría en modelos financieros, desarrollo tecnológico y de software, marketing y publicidad, entre otros, por un valor de 15.000 euros más.    

Desde TEC entrevistamos a Franco Di Stefano, quien en 2020 con apenas 28 años y viviendo en el Reino Unido, le puso nombre a su visión y fundó Bull Project. A partir de allí comenzó a liderar el desarrollo de una compañía que en el mes de junio enfrentará una rueda de presentación ante inversionistas, en la que prevé obtener financiación para continuar escalando la empresa.        

Una historia forjada desde las ganas de aprender y emprender 

Franco y Gustavo se criaron en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones. Se llevan dos años -Franco tiene 32 y Gustavo tiene 34- y se conocieron a través de amigos en común porque “Posadas era una ciudad chica”, contó Franco rememorando su adolescencia durante la primera década del 2000. Luego de finalizar su etapa escolar, Gustavo inició sus estudios y se recibió de abogado. Franco siempre admiró “el espíritu inquieto y emprendedor de Gustavo”, quien siempre compartía con él ideas de nuevos emprendimientos en los que podrían asociarse para iniciar un negocio. 

Sin embargo, Franco se fue a vivir a Córdoba donde también inició sus estudios de abogacía aunque “no me fue bien así que volví a Posadas, donde intenté seguir un año más la carrera y tampoco me fue bien” y agregó: “El estudio no me motivaba porque aún no había descubierto mi vocación”. Fue en ese momento que decidió emprender su búsqueda. El destino lo llevó de viaje a Oceanía con visas de trabajo y vacaciones (working holiday) con las que recorrió primero Nueva Zelanda y luego Australia, donde ingresó a trabajar en una empresa del rubro de la construcción. 

Richard Branson. (Foto: Jochen Siegle/TechShowNetwork).

Allí, gracias a su entusiasmo por aprender y demostrando grandes capacidades, descubrió la administración de proyectos y equipos de trabajo (project management) y estableció un vínculo con el dueño de la empresa. “Era joven igual que yo, me tomó bajo su ala, me enseñó cómo armar un plan empresarial y me explicó la importancia de tener un mentor o asesor de negocios que pueda guiar los pasos de una compañía”, recordó Franco. En la etapa inicial de la constructora, el mentor de quien ahora era su jefe había sido nada más y nada menos que el magnate británico de los negocios Richard Branson, CEO de la corporación Virgin Group. 

Durante los años que trabajó en la empresa constructora, Franco acumuló experiencia en la administración y el desarrollo de negocios, lo que identificó como algo “aplicable a cualquier emprendimiento de bienes o servicios” y que despertó su vocación y sus ganas de continuar trabajando ligado al mundo de las startups

Con esa visión emigró en 2019 al Reino Unido, donde sabía que había un gran potencial para trabajar e incluso fundar una startup y desarrollar un negocio desde cero. A los tres meses, ingresó a trabajar como asistente de la CEO en una startup dedicada al desarrollo de sitios web. “Justo la empresa comenzaba a prepararse para una ronda de presentación ante inversores en la que lograron obtener 16 millones de libras”, precisó Franco y agregó: “Fue en ese lapso donde mamé todo, desde los procesos de escalabilidad del negocio, cómo atraer inversores, qué documentación era necesaria y todo lo relacionado a cómo hacer crecer un emprendimiento”.

Franco posa junto al símbolo de su startup. (Foto: Bull Project)

Ese financiamiento impulsó a la empresa a abrirse al mercado latinoamericano y como Franco era el único que hablaba español y tenía experiencia en administración de proyectos le encomendaron la coordinación de un equipo de 20 colaboradores españoles que la empresa había contratado para crear y redactar los contenidos para clientes de México, Perú, Chile y Argentina. “De golpe tenía 20 personas a cargo para abrir un mercado y lo que pasaba era que esas personas tenían que trabajar para un mercado del que desconocían sus léxicos y la  idiosincrasia que necesitaban conocer para crear ese contenido, por lo que no conseguían cumplir las metas de rendimiento”, explicó Franco.

Buscando una solución le propuso a la CEO de la compañía reconfigurar el equipo de trabajo a través de la contratación de colaboradores argentinos que pudieran realizar el trabajo. Su propuesta fue aceptada y a partir de allí, en diez días se encargó del reclutamiento, la contratación y la instrumentación del pago de salarios de 27 colaboradores argentinos. Ese fue el germen de lo que muy pronto sería Bull Project.

 

La fundación de una startup a partir de la búsqueda de soluciones tecnológicas, el afán por mejorar y una gran determinación 

La experiencia y los conocimientos adquiridos por Franco mientras desarrollaba y mejoraba los procesos de reclutamiento, contratación y pagos, casi de manera artesanal, lo llevaron a identificar los problemas centrales del modelo: contratiempos con los contratos, dificultad en el control de reportes de actividad y bases de datos, exceso de facturas e inconvenientes por comisiones o inestabilidades cambiarias para los contratados a la hora de cobrar sus salarios. “Entonces dije, pará, tiene que haber una solución para ordenar todo: hay soluciones tecnológicas de recursos humanos, de contratos y de pago con criptomonedas”, y viviendo una especie de epifanía Franco pensó: “Hay que integrar todas esas soluciones en un mismo lugar”

En ese mismo momento se puso en contacto con Gustavo. “Lo llamé porque sabía que me iba a decir que sí y, después de todas las veces que él me propuso iniciar un emprendimiento, ahora era yo quien tenía una propuesta para hacerle”, contó Franco y completó: “Me dijo que sí, sin que le diera demasiados detalles sobre el proyecto y el modelo del negocio”.

Gustavo Zach, socio fundador de Bull Project, en su oficina de la ciudad de Posadas. (Foto: Bull Project)

Posteriormente, con la pandemia de COVID-19 en ciernes, Franco se dio cuenta que en cuanto consiguiera automatizar dichos procesos, su función dentro de la empresa estaría destinada a volverse obsoleta, por lo que le propuso a la CEO brindarle el servicio unificado de manera tercerizada y así convirtió a su actual empleadora en su primera empresa cliente.

“A partir de ese momento, a través de Gustavo averiguamos los requisitos para registrar la empresa en Argentina donde nos recomendaron armar una SRL (Sociedad de Responsabilidad Limitada) lo que nos demandaba contar con un tiempo que no teníamos dada la urgencia con la que necesitábamos empezar a trabajar”, explicó Franco. A su vez, Gustavo presentó la propuesta tanto en la banca pública como en la privada, pero los impuestos y costos por las transacciones resultaban demasiado onerosos. Además se sumaban las restricciones de acceso a los dólares para los contratados. “Al final registrar la empresa acá en el Reino Unido me tomó 40 minutos y abrir una cuenta bancaria comercial apenas 12 horas. Eso fue alentador”, expresó. Así fue como los jóvenes posadeños se pusieron al frente de Bull Project y comenzaron a pensar en el armado de la plataforma y en la integración de las tecnologías necesarias para automatizar los procesos al mismo tiempo que buscaban más clientes.

Transcurridos tres meses, ya contaban con un sitio web funcional y vinculándose con personas de otras empresas en el espacio de coworking elegido para establecer las primeras oficinas de Bull Project, Franco consiguió más clientes lo que les permitió comprobar el funcionamiento e ir ajustando el modelo del negocio.

El paso siguiente consistió en el armado de una plataforma modelo y el diseño de las infraestructuras informáticas. Con esa meta Franco se nutrió de las propias bases de datos de la empresa para contratar colaboradores argentinos y así encarar el desarrollo de la plataforma. “Siempre me propuse orientar las búsquedas de recursos humanos en Argentina y específicamente a zonas descentralizadas, tanto para nuestros clientes como para nosotros. Así fue como nuestros primeros colaboradores fueron un desarrollador de Corrientes y un diseñador gráfico de Posadas con quienes armamos la primera plataforma funcional pero a la que debíamos agregarle parámetros de seguridad a través de la arquitectura de software y la infraestructura cloud (en la nube), un proceso muy caro para el que íbamos a necesitar financiamiento antes de salir a vender los servicios masivamente”, aclaró Franco.

Ante esa necesidad de financiamiento para escalar el proyecto, Franco presentó Bull Project en un sinnúmero de aceleradoras e incubadoras de startups europeas. “Empezamos a aplicar en todos lados y a principios del año pasado (2023) nos empezaron a llamar porque les gustaba la idea, lográbamos pasar las distintas instancias de evaluación y llegar a las etapas finales pero no quedábamos seleccionados”, relató Franco, quien admitió sentirse desorientado ya que no le daban una devolución del porqué rechazaban el proyecto y cuáles eran las mejoras que necesitaban aplicar para resultar elegidos. “Yo les decía: a mí la plata no me sirve si no me dicen qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal, la idea es mejorar todo el tiempo”, expresó.

Franco en la sede de la aceleradora en Países Bajos. (Foto: Bull Project)

Cuando presentaron la empresa ante la aceleradora neerlandesa Startupbootcamp, pasaron los primeros filtros, quedaron en la final y volvieron a ser rechazados. Con el afán por averiguar qué era lo que les faltaba y lidiando con la frustración de haberle dedicado tiempo y trabajo a la presentación de la compañía, Franco insistió ante diferentes referentes de la incubadora para que le dieran una explicación concreta sobre los aspectos que necesitaba mejorar. Fue así como, gracias a su gran determinación, Franco accedió a diversas instancias con asesores comerciales y financieros quienes le brindaron las explicaciones que necesitaba para ajustar el modelo empresarial.

“Finalmente, en la cuarta entrevista me confesaron que eso era lo que buscaban en un emprendedor, que no bajara los brazos y que siempre mantuviera la actitud por mejorar el producto. Y ahí mismo me confirmaron que nos iban a acelerar”, relató Franco.

El próximo paso para escalar el modelo de Bull Project será el más desafiante y costoso de todos: el desarrollo de la arquitectura de software y la infraestructura de hardware que brindará trazabilidad y seguridad a todas las operaciones de la empresa pero fundamentalmente a los sistemas de pago tanto en criptomonedas estables como en las monedas de curso legal de cualquier país. Ahora tenemos dos DevOps -que son los arquitectos-, un desarrollador Front End y dos desarrolladores Full Stack, responsables del funcionamiento de la plataforma. También tenemos dos diseñadores gráficos encargados de la creación de contenidos y el marketing. Esas siete personas son argentinas. Después estamos Gustavo y yo encargados de las operaciones generales, de la parte legal y de ventas”, aclaró Franco.

El objetivo de la incubadora neerlandesa por contribuir con el crecimiento de Bull Project no es desinteresado ya que “se quedaron con el 8% de nuestra empresa a través de acciones. Su misión, en lo inmediato, es que consigamos la mayor cantidad de inversiones posibles que justifiquen su apuesta en nosotros”, explicó Franco. “Cuando la valoración de la empresa supere los 2.000.000 de dólares, la participación accionaria de la incubadora comienza a diluirse hasta alcanzar un valor del 4%. Y ahí tienen que decidir si vuelven a invertir en nuestro proyecto”, completó.

“En junio tuvimos el Demo Day, un evento masivo que se realizó en Amsterdam bajo la organización del Financial Times donde presentamos Bull Project ante inversionistas de todo el mundo, concluyó Franco.