Una app para poner en hora nuestro reloj interno 

Una aplicación, basada en datos locales y desarrollada por un grupo de investigadoras argentinas, permite coordinar de manera personalizada hábitos y actividades con nuestro reloj interno para mejorar nuestro rendimiento y descanso.

Disponible para dispositivos móviles con Android o IOS, la aplicación “Mi reloj interno” nos ayuda a lograr ritmos circadianos más saludables, mejorando nuestro rendimiento diurno y nuestra calidad de descanso. A partir de una autoevaluación que completamos con la información sobre nuestros hábitos y horarios, la aplicación nos dará recomendaciones para modificarlos y así mejorar nuestros ritmos circadianos y mantener el funcionamiento de nuestros relojes internos. Para comenzar a ver los resultados se sugiere seguir las recomendaciones de la app por lo menos durante 2 semanas y después volver a hacer la autoevaluación para comprobar la mejora.

Pero… ¿Qué son los ritmos circadianos? Son procesos naturales que responden a los períodos diurnos y nocturnos que afectan a la mayoría de los seres vivos a partir de cambios mentales, físicos y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. Como ejemplo pongamos que después de levantarnos, y durante un período de más o menos 5 horas, es cuando más energía tenemos ya que nuestra temperatura corporal aumenta y se incrementa nuestra agudeza mental. Después de todo ese tiempo y pudiendo haber notado un bajón de nuestra estamina, seguramente queramos comer algo para recuperar energías durante algunas horas más. Entrada la noche nos empezará a invadir la melatonina, mejor conocida como “la hormona del sueño”, y más o menos luego de tres horas se dará el mayor bajón de energía, en coincidencia con el momento en el que -por lo general- estamos durmiendo. Bueno, todo eso, es un ciclo circadiano y su repetición diaria determina nuestro ritmo.

Entonces… ¿Cómo sabe la app qué recomendaciones darnos para mejorar nuestros ritmos circadianos? Comenzará aprendiendo sobre nosotros con una serie de preguntas relacionadas a nuestras actividades diarias, permanencia en espacios abiertos y finalmente nuestros períodos de sueño. Después, el algoritmo compara nuestros ritmos circadianos con personas de similares edades, géneros y ritmos, y nos da las recomendaciones para mejorarlos.

Mejorar nuestros ritmos circadianos y “poner en hora” nuestro reloj interno nos ayudará a tener una vida más saludable a partir de pequeños cambios en nuestros hábitos y comportamientos. Es por eso que la “cronobiología”, según se denomina a la ciencia que estudia los ritmos circadianos, es un campo de estudio tan importante e interesante para seguir desarrollando conocimientos que favorezcan nuestra calidad de vida.

 

Si querés saber más sobre la app ingresá acá: www.mirelojinterno.org      

Fuente: Nexciencia 
Ilustración: Salvanet.cl

¿Qué es el paleoarte?

Una buena respuesta podría ser: un dinosaurio pintando sobre un lienzo o esculpiendo una piedra. Otra alternativa: los dibujos de animales y prácticas de caza realizados por algunos homínidos en las paredes rocosas de las cuevas donde vivían. Pero no…

El paleoarte es una disciplina que combina el arte y la ciencia para reconstruir animales prehistóricos -que nunca nadie vio-  y los hábitats en los que vivieron hace millones de años antes de su extinción. Habitualmente las reconstrucciones se realizan a través de técnicas derivadas de las artes plásticas, y a partir del conocimiento científico disponible y vinculado a los registros fósiles encontrados a lo largo de la historia. Esto permite recrear de la manera más fiel y rigurosa posible -mediante ilustraciones o esculturas- las criaturas y ecosistemas prehistóricos.

Especialistas en esta disciplina aseguran que para realizar una ilustración de este tipo, y antes de realizar cualquier escultura, es necesario contar con un estudio morfológico exhaustivo del animal. Para ello son clave los fósiles y los estudios asociados, que también servirán para recrear su hábitat original con su vegetación y demás características ambientales. También sirve la comparación con animales actuales como reptiles y aves -gracias a sus características morfológicas y colores- y sus hábitats como punto de partida para la inspiración. Además, como muy rara vez se encuentran esqueletos completos, la mayoría de los animales que se ven en los museos, están confeccionados con partes del fósil original y otra reconstruida. Esta tarea no es nada sencilla y lleva tiempo, ya que requiere se realice un estudio filogenético, que especifica con qué otros animales estaba emparentado y cómo es la anatomía del grupo al que pertenece, para poder suponer cómo esa anatomía general se adapta a los fósiles del ejemplar a recrear, lo que se denomina una reconstrucción parsimoniosa. Una vez que está listo el boceto se realiza el modelo corpóreo para el que se suelen utilizar diversos materiales como, yeso, masilla plástica, silicona y poliestireno expandido -entre otros- y pinturas, de base acrílica u otras, dependiendo del lugar de exposición del ejemplar. 

Si bien no existe una carrera universitaria específica para recibirse de paleoartista, quienes se dedican a esta disciplina suelen ser biólogos, paleontólogos y/o personas egresadas o aficionadas a las bellas artes, pero que sin dudas, son apasionadas por los animales prehistóricos y poseen aptitudes para comprender las investigaciones científicas y traducir ese conocimiento en una reconstrucción que conmueva y despierte el interés por lo maravillosa que fue y es la vida en nuestro planeta.  

Fuente: El Día 
Ilustración: Gustavo Encina Magallanes (IG @encinamagallanes)

“No miren arriba”, la ciencia detrás de la película

¿Cuán probable es que un meteorito impacte y destruya la Tierra en un futuro cercano? Si la noticia fuera contada por una científica o un científico ¿la creerías? Estas simples preguntas son el puntapié inicial para conocer un poco más sobre el trasfondo científico del film.

A fines del año pasado, Netflix lanzó en estreno mundial “No miren arriba”, una película en tono de sátira en la que una de sus protagonistas, la astrónoma Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) realiza un descubrimiento aterrador: un asteroide de 10 km orbitando en el espacio en curso de colisionar contra nuestro planeta en un lapso de 6 meses. Luego de compartir el hallazgo con su colega y mentor, el Dr. Randall Mindy (Leonardo Di Caprio), ambos se ponen en contacto con autoridades de la NASA y con la presidenta Orlean (Meryl Streep) para informarles sobre la inminente catástrofe. Ante la indiferencia de las autoridades gubernamentales, los protagonistas se embarcan en un tour mediático con el objetivo de concientizar a la población ante un nuevo escenario de extinción masiva.    

Pero… ¿Se preguntaron qué posibilidades reales hay de que ocurra algo semejante? Concentrémonos entonces en la evidencia científica relacionada con esto.

En primer lugar, hay que conocer la diferencia entre un cometa, un asteroide, un meteoro y un meteorito. Los primeros son cuerpos conformados mayormente de hielo y en cuya cola contienen polvo y gas. Por su parte, los asteroides están hechos de roca y son mucho más grandes. Cuando un cometa choca con un asteroide, ambos se parten en porciones más pequeñas a las que se las llama meteoroides. Cuando los meteoroides entran a la atmósfera terrestre se convierten en meteoros y a aquellos que logran atravesarla y caer sobre la superficie terrestre se los llama meteoritos.

Ahora que conocemos, a grandes rasgos, las diferencias entre estos cuerpos es necesario tener en cuenta a qué distancia de la Tierra orbitan. A aquellos cuerpos que se encuentran aproximadamente a 50 millones de kilómetros de la órbita terrestre se los define como “NEO” (objetos próximos a la Tierra, según sus siglas en inglés). La NASA lleva registrados alrededor de 28.000 NEOS, de los cuales 27.883 son asteroides y el resto (117) son cometas. De todos los asteroides, unos 2.238 fueron clasificados como potencialmente peligrosos ya que orbitan a una distancia de 4,7 millones de kilómetros de la órbita de la tierra y poseen un tamaño mayor a 140 metros. Según los cálculos, un asteroide de 100 metros que impacte con la Tierra generaría importantes desastres a nivel local o tsunamis que inundarían zonas costeras, mientras que un asteroide mayor a 1 kilómetro (1000 metros) originaría un evento de extinción masiva. Recordemos que se calcula que el meteorito que causó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años medía entre 10 y 15 kilómetros.

¿Entonces? Para nuestra tranquilidad, los estudios realizados por especialistas de la NASA afirman que ningún asteroide conocido presenta un riesgo considerable de impacto con la Tierra durante los próximos 100 años. El que mayor riesgo representa es el asteroide llamado 2009 FD, que para el año 2.185 tendrá menos de 0,2% de probabilidades de impactar contra nuestro planeta. En definitiva, ahora sabemos que el hecho principal de la película es improbable que suceda en un futuro cercano pero, de cualquier manera, deberíamos mirar arriba con el fin de seguir descubriendo y conociendo más sobre las ciencias del universo.   

Fuente: BBC Mundo
Fotos: Pixabay y La Nación