El satélite argentino que estudiará los océanos

Se trata del SABIA-Mar, lo construye Invap y estudiará los ecosistemas oceánicos, ciclos del carbono y hábitats marinos para brindar información clave a la industria pesquera y sobre el cambio climático.

Por requerimiento de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), para llevar adelante el Plan Espacial Argentino, la empresa Investigaciones Aplicadas (Invap) está construyendo un nuevo satélite único en su estilo: el SABIA-Mar (Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar), concebido para la observación de la Tierra a fin de brindar información valiosa para los ámbitos científico, productivo y de toma de decisiones del mar argentino y sus costas.

Hoy estamos en la fase de construcción del satélite, próximamente vamos a empezar a ver la integración de las partes que lo componen”, dijo el gerente general de Invap, Vicente Campeni. Y agregó: “Tendrá como objetivo, proveer información para el estudio de la productividad primaria del mar, los ecosistemas marinos, el ciclo del carbono, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de recursos pesqueros y la calidad del agua en costas y estuarios. SABIA-Mar está compuesto por cámaras ópticas que están específicamente diseñadas para relevar ciertas características de nuestra plataforma marítima”.

SABIA-Mar es el segundo proyecto espacial orientado al estudio del mar que realiza la CONAE. El primero fue el satélite SAC-D/Aquarius, puesto en órbita en 2011, en el marco de un programa de cooperación entre la agencia espacial argentina y la NASA. Gracias a esta importante misión se lograron crear mapas de la salinidad superficial del mar a nivel global, lo cual constituyó información sin precedentes para el estudio del cambio climático del planeta. También permitió mejorar los pronósticos climáticos regionales, generar información de relevancia para el seguimiento de la dinámica de glaciares en la Antártida, seguir la evolución de huracanes en el Océano Atlántico y el derretimiento extremo de hielo superficial ocurrido en Groenlandia en 2012, entre otras observaciones importantes.

El ingeniero Nicolás Renolfi explica cómo trabaja Invap, mientras de fondo están las maquetas de SABIA-Mar y de Saocom.

SABIA-Mar aportará información muy valiosa sobre el mar argentino y para la gestión de los recursos pesqueros. Hoy estamos avanzando en la Revisión Crítica de Diseño de la Misión (SABIA-Mar Mission CDR), un análisis técnico multidisciplinar para consolidar el diseño y verificar que se pueda cumplir con los requisitos establecidos para la misión. Esto implica al Segmento de Vuelo constituido por la plataforma de servicios y los instrumentos/carga útil del satélite y todas sus unidades de hardware y software, al Segmento de Tierra, a cargo de la operación y comando del satélite, y al Equipo de Ciencia, que se ocupa del desarrollo de los productos derivados de la información que obtendrá el satélite”, explicó el ingeniero electrónico Nicolás Renolfi, subgerente de proyectos espaciales de Invap. Es tan importante el uso que tendrá para la actividad pesquera ilegal en nuestro mar, que el satélite podrá utilizar una cámara de alta sensibilidad capaz de observar luces nocturnas de pesqueros extranjeros no autorizados para realizar la explotación en alta mar.

El satélite llevará a bordo un conjunto de cámaras sensibles a los rangos de luz visible e infrarrojo, además de un sistema para la recolección de información de plataformas terrenas localizadas en zonas remotas y un detector de partículas de alta energía para la detección de la radiación espacial. Posibilitará el monitoreo de la región costera argentina y sudamericana con una resolución espacial de 200 metros. “La red SABIA-Mar estará formada por dos satélites, uno argentino (SABIA-Mar 1) y otro brasileño (SABIA-Mar 2), que serán fabricados por cada uno de estos países. Los satélites llevarán a cabo estudios y monitoreos de ecosistemas oceánicos, ciclos del carbono y hábitats marinos. La información recabada servirá para la industria pesquera, protección del mar argentino y el cambio climático”, sostuvo Renolfi.

Por su parte, el ingeniero mecánico de Invap, Leandro Colombano, precisó: “Es un satélite de observación del océano que volará en una órbita Leo o baja. En lugar de mirar la tierra, mira el océano, con una tecnología innovadora llamada ‘ocean color’, que a través de la observación del océano y la caracterización del color del mismo, se puede identificar especies como el fitoplacton, las micropartículas que dirigen a los cardúmenes. Y también sirve como predictor de cambios climáticos”.

En esta misión estamos trabajando unas 250 personas entre todos los subsistemas. Estos son las diferentes partes en las que está dividido el satélite: estructura, electrónica, cableado, software, instrumental, propulsión, control térmico, etc. El aparato tendrá un sistema de propulsión química, que es una quema de combustible, que le da una capacidad de reacción rápida y ejecutar maniobras inmediatas para evitar colisionar con objetos en el espacio como meteoritos o restos de otros satélites. Hoy estamos en el inicio de la integración del satélite. Esperamos tener el lanzamiento en el año 2024″, amplió el especialista.

Y aclaró: “La vida útil de SABIA-Mar está estipulada en 5 años. A partir de allí se puede extender su trabajo, dependiendo de cómo esté la estructura, el combustible remanente y sus aparatos e instrumental. Por ejemplo, el satélite SAC-C tenía una vida útil de 5 años y duró 9. El combustible, el instrumental, y demás cuestiones está determinado para los años que va a estar operativo para esa misión. Hay que recordar que siempre hay un remanente de combustible, que son 10 litros en el caso de SABIA-Mar, llamada carga deorbit, para enviar al satélite en trayectoria a la atmósfera para que se desintegre, una vez que termina su misión a fin de que no ocupe una órbita útil o pueda causar una futura colisión con otro aparato. Así como el combustible sirve para las maniobras del aparato, la energía solar del satélite sirve para su funcionamiento general, como las cámaras ópticas, las computadoras que procesan esa información y la comunicación y bajada a la Tierra, que también es eléctrica”.

Finalmente, el experto concluyó: “En términos de cómputo o electrónica, los satélites tienen sistemas más limitados que los que encontramos en un teléfono inteligente actual, una laptop o una computadora de escritorio, que están construidos para un determinado uso de una temperatura estable y lejos de golpes o vibraciones importantes. Los componentes satelitales deben ser muy resistentes a temperaturas extremas, a golpes y a vibraciones intensas y sonidos fuertes, además de cargas de radiación altas. El satélite es probado en ambientes muy hostiles antes de llegar al espacio y luego en él también está bajo mucho estrés”.

Con el sueño de tener otra vez un satélite “Industria Argentina”, Invap se muestra orgullosa por la tarea de sus científicos. “Estamos pudiendo tener todas las áreas de negocios activas, con una proyección de varios años de contratos”, indicó Campeni, quien contó que a veces aparece el nombre Invap por la firma de un contrato, pero en realidad el que vende es el país. “Los logros se hacen a nivel país, no son sólo de la empresa por sí misma, son muchas las instituciones que contribuyen a que la presencia argentina pueda estar en el mundo y ser reconocida y elogiada”, cerró el CEO de Invap.

Actualmente esta misión espacial argentina se encuentra en fase de construcción, con la participación de instituciones públicas y empresas del sistema científico y técnico nacional, como INVAP, principal contratista, VENG, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), la Universidad de La Plata (UNLP) y Ascentio, entre otros.

Fuente: Infobae (www.infobae.com)

Foto: Infobae / Invap

Cambio climático: Un problema complejo, también para comunicar

Por Eugenia López

¿El fin del mundo tal como lo conocemos? ¿Extinciones masivas? ¿Olas de calor? ¿Eco-ansiedad, parálisis, resignación? ¿Qué nos pasa a las personas cuando escuchamos hablar del cambio climático?.

El cambio climático es real. Quizás no lo podamos ver con nuestros ojos pero las consecuencias del aumento de la temperatura del planeta están ahí, delante nuestro. Si bien la comunidad científica hace décadas que viene alertando del aumento de los gases de efecto invernadero y del consecuente incremento en la temperatura global, el tema no estaba en la agenda pública como lo está ahora. Hoy en día es imposible no haber escuchado hablar de cambio climático. En las redes sociales, en las noticias, en la tele, en la radio, crecen los artículos, los comentarios de expertos y expertas y las noticias sobre el tema. Pero… ¿Qué sentimos cuando escuchamos hablar acerca de este tema? ¿Nos da miedo? ¿Le creemos? ¿Qué nos pasa a las personas frente a esta información? Y quizás lo más importante: ¿Qué hacemos?

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La crisis climática es uno de los problemas ambientales globales más complejos y que mayores desafíos presenta a la sociedad, a la comunidad científica y a las autoridades políticas. La temperatura del planeta está aumentando y esto trae consecuencias en la manera en que vivimos y los ambientes que habitamos. Quizás el mensaje principal del último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático sea que la evidencia científica es inequívoca: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y para la salud del planeta. De aquí en adelante cualquier retraso en concertar acciones globales nos aleja de la posibilidad de un futuro habitable. No necesariamente vamos a notarlo como olas de calor, sino como eventos extremos cada vez más frecuentes. Inundaciones, sequías, el aumento del nivel del mar, ecosistemas enteros que van a desaparecer. 

Suena aterrador. Sin embargo, no está muy claro qué nos pasa a las personas con toda esta información. ¿La entendemos? ¿Le creemos? Por eso es importante estudiar las actitudes, el conocimiento, el comportamiento y los factores culturales, políticos y psicológicos subyacentes. Según un reporte realizado por el Yale Program on Climate Change Communication junto con Facebook el 91% de las personas encuestadas de nuestro país contestó que el cambio climático estaba sucediendo, con lo cuál, ese no parecería ser el problema al menos en nuestra región. A su vez, el 55% de las personas encuestadas cree que el cambio climático es causado en su mayoría por la actividad humana, mientras que un 27% cree que es causado en partes iguales por la actividad humana y factores naturales. Respecto a este tema, en otro estudio realizado por la Universidad de Yale se observó que comunicar acerca de las causas humanas del calentamiento global aumenta el involucramiento de las personas.

La temperatura aumenta porque se acumulan gases en la atmósfera y el calor no se disipa como lo venía haciendo antes de la era preindustrial. A partir de la revolución industrial comenzamos a emitir demasiados gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. Desde mitad del siglo pasado hubo un incremento en la concentración de este gas a razón de aproximadamente 20 partes por millón por década, esto es cien veces más rápido que cualquier aumento durante los últimos 800,000 años. Las emisiones se deben principalmente a la quema de combustible fósil, a que somos muchos más humanos en el planeta y a que consumimos más productos de animales que emiten metano. La temperatura media global es ahora mayor que en cualquier otro momento de los últimos 500 años.

A toda esta información compleja hay que sumarle el efecto de estar escuchando noticias con tintes apocalípticos. “La excesiva preocupación por el ambiente puede hacer estragos en la salud mental” explica Cindy Fernández, Comunicadora Meteorológica del Servicio Meteorológico Nacional y La Liga de la Ciencia. “La eco-ansiedad podríamos decir que es una consecuencia más del cambio climático. El temor crónico al futuro incierto del planeta genera estrés y ansiedad. Todavía no se llegó a una única definición, pero por ejemplo, la Asociación Americana de Psicología la cataloga como un temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”. Todavía hay debate acerca de si la ansiedad generada por la incertidumbre ambiental conlleva a la acción o a la indiferencia. Tanta información acerca de un problema tan complejo puede abrumarnos y llevarnos a la resignación.

¿Cómo conviene comunicar sobre el cambio climático? Según Cindy Fernández una manera es informar no solo los impactos, sino también las causas y las soluciones. Si lo que necesitamos es disminuir la ansiedad, debemos tener el control”. Por otro lado, siempre que se pueda hay que contar también los aspectos positivos, las mejoras que, aunque pequeñas e imperceptibles, existen. Algunos ejemplos son los avances en desarrollos de energías limpias como la solar o la eólica y la reducción de costos de otras tecnologías como las baterías de litio o las capturas de carbono. Para Cindy el logro más relevante es que se hable del tema: “Como dijo la científica climática Katharine Hayhoe: lo más importante que puedes hacer para combatir el cambio climático es hablar de ello. Gracias a esto hoy nadie es indiferente a lo que está sucediendo y el tema del cambio climático se discute en la mesa familiar, en las empresas y en los gobiernos”.

Si queremos mitigar y adaptarnos al cambio climático tenemos que poder imaginar que existe un futuro posible. La crisis climática es compleja y el desafío es real pero la apatía y la resignación no son la solución. Todavía hay mucho por hacer. Cindy oscila entre el pesimismo y el optimismo: “Me cuesta entender que luego de tantos años no estemos ni cerca de resolver el cambio climático. Pero después veo a las nuevas generaciones, con toda esa información que manejan y el respeto que tienen con el ambiente… Los veo tan comprometidos y confiados que van a lograr un futuro mejor que algo de ese optimismo se me pega”.

Entonces… ¿Cómo comunicar sobre el cambio climático? Tratando de entender las capas de los problemas y preguntándonos acerca de cuál es la mejor manera de contar lo que queremos contar. Investigando sobre el impacto de las noticias y sobre qué estrategias son más efectivas. Preguntándonos todo. Ser rigurosos pero también poéticos. Tal vez también buscar historias dónde las personas no seamos las enemigas de la naturaleza. Historias en donde entablamos relaciones beneficiosas para nosotros y para el ambiente. Como dice Robin Wall Kimmerer en Braiding Sweetgrass: «¿Cómo vamos a empezar a ir hacia una sustentabilidad ecológica y cultural si no podemos imaginar siquiera cómo sería un mundo así?».

DocBuenosAires 2022: un recorrido por las principales tendencias del cine documental

Desde el miércoles 24 y hasta el domingo 28 de agosto en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín y la Sala Mario Soffici de DAC (además de tres alternativas gratuitas en streaming) se desarrollará el 22° DocBuenosAires con lo mejor del documental contemporáneo.

Esta semana, con el apoyo de TEC, y para tomarle el pulso al documental contemporáneo, comienza la 22° Muestra Internacional de Cine Documental organizada por DocBuenosAires. La selección a cargo del director artístico Roger Koza permitirá acercarse a las principales vertientes del cine de no ficción, que van desde lo político a lo ensayístico y autoral con múltiples matices en el medio. La cita será desde el miércoles 24 y hasta el domingo 28 de agosto en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530, CABA) como epicentro y la Sala Mario Soffici de DAC (Vera 559, CABA) como segundo auditorio. Para quienes vivan lejos o no puedan acercarse hasta los cines habrá tres alternativas gratuitas en streaming: la plataforma Vivamos Cultura del GCBA y en los sitios de DocBuenosAires y de DAC.

La inauguración será con una película imponente en varios sentidos. Es que “La noche oscura: Las hojas silvestres (Los ardientes, los obstinados)”, del francés Sylvain George, dura cuatro horas y media (será proyectada en la Lugones el miércoles 24, a las 18, con un intervalo), pero la experiencia artística es muy valiosa: el director de “Figuras de guerra” (ganadora del BAFICI en 2011 con su retrato de inmigrantes apostados en Calais) filmó durante mucho tiempo a adolescentes y jóvenes en Melilla, enclave español en Marruecos y frontera terrestre entre Africa y Europa.

En blanco y negro, sin comentarios ni intrusiones, con riguroso espíritu observacional pero no exento de lirismo, George registra el día a día muchas veces precario de esos hombres que sueñan con saltar altos alambrados para tener un futuro mejor mientras lujosos cruceros turísticos navegan de fondo en un micromundo dominado por los contrastes y las desigualdades. El documental tuvo su estreno mundial hace pocos días en el Festival de Locarno y desde Suiza llega directamente al DocBuenosAires.

Los potemkinistas. | Créditos: Agencia Télam.

Sylvain George no es el único cineasta de renombre que formará parte de esta 22ª edición de la muestra. El rumano Radu Jude, conocido por largometrajes de ficción como “Aferim!” y “Corazones cicatrizados” y “Sexo desafortunado o porno loco”, presentará dos cortos (“Memorias del Frente Oriental”, sobre el sangriento antisemitismo en el ejército de su país como aliado de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial a partir de notables registros fotográficos; y “Los potemkinistas”, sobre los los marineros del acorazado Potemkin que en 1905 recibieron asilo político en Rumanía, en abierto desafío a Rusia, y los vestigios actuales de aquellos hechos).

 
De los 84 días. | Créditos: Agencia Télam.

El alemán Philipp Hartmann también estará presente por partida doble: el lúdico corto “Madrasha” y un excelente largo como “De los 84 días”, sobre las desventuras de 25 jóvenes músicos de la Orquesta Experimental de Instrumentos Indígenas de Bolivia (OEIN) que viajaron a dar conciertos en Berlín y Dresde, pero quedaron varados por la pandemia de coronavirus. No solo las presentaciones se cancelaron sino que Bolivia cerró sus fronteras y ellos quedaron atrapados en la Academia de Música en Rheinsberg/Brandenburg durante casi tres meses.

Los solidarios colegas germanos les dieron refugio y les propusieron audaces proyectos musicales junto a grupos de vanguardia como PHØNIX16 y noiserkroiser ligado a obras de John Cage, Karlheinz Stockhausen o improvisaciones compartidas entre esos artistas andinos y europeos.

DocBuenosAires Spot 2022

El cine argentino, como siempre, tendrá una presencia importante dentro de la programación con estrenos mundiales como los de “Casi todo sucede en los sueños”, de Andrés Habegger, una apuesta por el diario íntimo y familiar rodado en pandemia; y “Una serie de problemas matemáticos”, de Mariano Donoso, sobre las relaciones entre el pensamiento científico y los algoritmos con la vida cotidiana de trabajadores, así como una retrospectiva dedicada a Martín Solá (“Caja cerrada”, “Mensajero”, “Hamdan”, “La familia chechena”, “Metok: una monja tibetana”).

Y, a propósito de focos en directores y directoras, el DocBuenosAires 2022 ofrecerá un recorrido por la obra del alemán Gerd Roscher (“Un”, “Sombras breves”, “El ritual del sol negro”, “Más allá de la frontera”, “De lo contrario, también el fin acabará malogrado”) y la rusa -radicada en Alemania- Yulia Lokshina (“Las reglas de la línea de montaje, a alta velocidad”, “Colina subjetiva”, “Días de juventud”), así como un homenaje al recientemente fallecido realizador y teórico francés Jean-Louis Comolli, que incluirá varias proyecciones y un diálogo entre Jorge La Ferla, Gerardo Yoel y Eduardo Russo coordinado por Roger Koza.

También se destacan dentro de la programación dos estrenos absolutos para América Latina como “Del planeta de los humanos”, bello ensayo existencial del italiano Giovianni Cioni; y “La ciudad cerca”, sensible registro en Súper 8 de la catalana Meritxell Colell Aparicio sobre la vida en las afueras de Barcelona (de Torre Baró a Vallvidrera). Porque el DocBuenosAires es también un viaje por personajes, lugares y problemáticas de las más diversos rincones del planeta.

Fuente e imágenes: Agencia Télam.