El sargazo: la macroalga desatada que amenaza al Caribe mexicano

Por Andrea J. Arratibel para SINC

El crecimiento descontrolado de macroalgas afecta cada vez más a las regiones costeras del Caribe, repercutiendo en los ecosistemas y causando la muerte masiva de especies, muchas de ellas amenazadas. Además de sus efectos nocivos para la salud humana, el sargazo se ha convertido en uno de los problemas ambientales más graves de México.

A principios de junio un satélite de la NASA captó la imagen de una mancha parduzca desplazándose hacia la costa de Quintana Roo, el estado mexicano que por sus playas blancas y aguas cristalinas concentra el mayor flujo turístico del país.

Unos pocos días después, un informe reportaba que el litoral caribeño había sido ya alcanzado por una marea de 24,2 millones de toneladas de sargazo, una macroalga tóxica responsable de causar la muerte masiva de muchas especies marinas.

“Además de afectar negativamente a los ecosistemas costeros, el turismo y la economía, también es un peligro para la salud humana”, apunta Chuanmin Hu, oceanógrafo y parte del equipo de la Universidad del Sur de Florida responsable de monitorizar el crecimiento de estas afloraciones marinas y de procesar los datos satelitales para generar mapas diarios.

Las macroalgas afectan cada vez más a las regiones costeras del Caribe. Foto: Andrea J. Arratibel/SINC

El reporte del equipo científico señalaba que el cúmulo de la fronda marina había alcanzado un máximo histórico. “Aunque varía según el año, la tendencia es que la presencia del sargazo está aumentando, sobre todo en la zona del Mar Caribe, el Golfo de México y Océano Atlántico tropical. ¡Jamás hubo tanto!”, destaca Rosa Rodríguez Martínez, bióloga marina del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Podemos decir que, por ejemplo, de 2018 a 2022 tuvieron más que los 5 años anteriores, 2013 a 2017, que reportaron a su vez más cantidad que del 2008 al 2012”, apunta Hu, quien empezó a estudiar el fenómeno en el Golfo de México en 2006.

Los estragos que está causando este fenómeno en la costa caribeña de México, con graves afectaciones ambientales e impacto directo en las actividades turísticas de la región, se deben al crecimiento descontrolado de las especies Sargassum fluitans y S. natans.

“La mayoría de las macroalgas viven adheridas al fondo del mar, pero estas dos especies son pelágicas. Las vesículas de gas que poseen para hacer la fotosíntesis les permiten pasar la vida flotando”, explica Rodríguez. “Y tienen un papel importante en el equilibrio ecológico de nuestros océanos”, recalca la bióloga, experta en la ecología de arrecifes coralinos.

Mar de los Sargazos: un ecosistema esencial para la vida

En la altamar del océano Atlántico septentrional se extiende el Mar de los Sargazos, un hábitat flotante que sirve como plataforma de alimentación y refugio de más de 60 especies, algunas de ellas endémicas, como el cangrejo Planes minutus, el camarón Latreutes fucorum, el pez Syngnathus pelagicus o la anémona Anemonia sargassensis.

Atravesado por un sistema de corrientes en el que las aguas superficiales cálidas giran lento sobre las aguas profundas mucho más frías en el sentido de las agujas del reloj, este ecosistema posee un papel fundamental en la biología de los organismos, como el de la anguila americana y la europea, especies que desovan en el enredo de las macroalgas.

El Mar de los Sargazos es el hogar de más de 60 especies, algunas de ellas endémicas. / Foto: Andrea J. Arratibel/SINC

Una vez las larvas emergen del sargazo viajan a sus lugares de origen y años después regresan para poner sus propias huevas. El Mar de los Sargazos es, además, el escondite ante depredadores de fauna en peligro de extinción, como la tortuga caguama, y paso de la ruta de migración de grandes mamíferos como la ballena jorobada.

“El sargazo es necesario para los ecosistemas, el problema es que debido a un crecimiento excesivo arriban a lugares donde normalmente no existían, como a las costas caribeñas”, señala Rodríguez. Las mareas del cardo marino que llevan años afectando al litoral tropical mexicano no provienen del mar anterior, sino del Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico ecuatorial (GASB).

Este nuevo reservorio de las macroalgas es “mucho más extenso que el primero”, aclara Hu responsable de un estudio que en 2019 advertía sobre cómo un cambio en el régimen de las corrientes estaba aumentando la posibilidad de que las floraciones recurrentes en el Atlántico tropical y el Mar Caribe se convirtieran en la nueva norma.

Un trabajo en el que Hu y su equipo basaron el suyo, publicado en 2011, había señalado que esta floración de algas de 8.850 km, que recorre la franja intercontinental desde las islas Canarias, la costa occidental africana, hasta el Caribe y el Golfo de México, ya se ha convertido en la más importante del planeta. 

Aunque los orígenes de este problema ambiental todavía están envueltos en muchas incógnitas, las hipótesis más firmes señalan que la extensión y crecimiento de este manto de Sargassum tendrían su causa en los cambios en las corrientes oceánicas por el derretimiento de los polos y glaciares, en conjunto con el aporte de nutrientes y materia orgánica provenientes de las desembocaduras de los ríos Amazonas y Orinoco, en América del Sur. Factores que habrían favorecido la veloz y caótica reproducción de estos organismos que pueden llegar duplicar su masa en menos de 18 días.

“Hay nuevas poblaciones de semillas en el Atlántico tropical, donde se cumplen todas las condiciones necesarias para el crecimiento de las plantas: luz ambiental, aguas cálidas y múltiples fuentes de nutrientes del sargazo que llega a las costas de Quintana Roo”, destaca el oceanógrafo de la Universidad del Sur de Florida.

Un trabajador recoge sargazo con una pala en la playa. / Foto: Andrea J. Arratibel/SINC

Consecuencias fatales de la descomposición de las macroalgas

Cuando los mantos de Sargassum llegan de forma masiva a las costas interfieren en la transmisión hacia el fondo de luminosidad en la columna de agua, “impidiendo que se filtre la luz al ecosistema, tan necesaria para los arrecifes y la biodiversidad”, explica Rodríguez.

La transformación del idílico paisaje caribeño de aguas cristalinas y arena blanca a playas colonizadas por la maraña vegetal oscura, así como el olor a cloaca que ya se ha vuelto común en tantos destinos del litoral caribeño, se debe a la descomposición orgánica de la muerte del sargazo.

Un proceso que, como explica Rodríguez, “consume grandes cantidades de oxígeno, causando anoxia y emitiendo gases tóxicos como ácido sulfhídrico y metano, muy peligrosos para salud humana y que causan mortalidad masiva de organismos tan sensibles como los corales, esponjas, y muchas otras especies protegidas, como las tortugas marinas”, cuya anidación y eclosión de huevos se ve directamente afectadas.

“Otro problema es la mala disposición que se hace del sargazo, que acaba siendo un contaminante, ya que trae mucho arsénico, pero también cadmio, plomo y otros metales pesados, así como bacterias peligrosas, como vibrio. Y se tira donde sea”, expone la bióloga, quien lleva desde 2015 estudiando su impacto ambiental. “El sargazo es un ejemplo de lo que el cambio climático puede hacer al planeta”, afirma.

México no es el único país afectado. Otros países caribeños como Belice, Honduras, Jamaica, Cuba y Barbados han reportado oleadas masivas de sargazo. El primer registro de la extensión de la mancha marrón constituida por las especies Sargassum fluitans S. natans en aguas del Caribe fue en 2011, cuando, tras ser señalado por pescadores locales y los periódicos, Hu inició a rastrear la expansión de las macroalgas. El primer informe científico sobre el efecto del vegetal marino en el litoral trópico se publicaría tres años después.

Estrategias y recursos escasos

En 2018, con el objetivo de mitigar este problema ambiental, el gobierno de Quintana Roo recibió 62 millones de pesos (unos 3 millones de euros) del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden) para limpiar las playas. Y el gobierno estatal invirtió otros 20 millones. Una estrategia “nada eficiente” para Rodríguez.

Para acabar con la extensión desbocada de estas macroalgas y su impacto habría que mitigar el problema de raíz: el cambio climático y la contaminación. / Foto: Wikipedia

Como expone la científica, “los recursos invertidos tan solo alcanzan para proteger 10 kilómetros de playa, y el litoral de Quintana Roo tiene una extensión de más de 800. Realmente se está protegiendo solo al 1 % de la costa”, apunta. Por otro lado, “nada más se atiende las zonas turísticas, dejando fuera la protección de ecosistemas muy importantes, como los arrecifes, manglares y selvas”, denuncia la experta.

Mitigar los impactos de los eventos de varamiento de Sargassum principalmente mediante la eliminación física en el mar o en las playas no parece una buena estrategia a largo plazo.

“Al limpiar las playas se promueve la erosión de la arena, con un consecuente gran impacto ambiental y también económico”, advierte Rodriguez. Restaurar playas resulta una actividad muy costosa. “Y hay lugares, como Playa del Carmen, donde ya no queda arena suficiente y el mar choca directamente contra los muros de contención de los hoteles y casas, devaluando tremendamente el valor de las propiedades”, explica la bióloga.

Los hoteleros, unas de las principales víctimas económicas de este fenómeno, también destinan fondos para limpieza y mantenimiento. “Pero hacen una disposición del sargazo inadecuada, poniendo en riesgo la contaminación de los acuíferos de agua dulce del territorio, como los cenotes”, sentencia Rodríguez.

Diferentes iniciativas del sector privado están promoviendo el uso de sargazo como materia prima, proponiendo su aprovechamiento para el uso industrial en la construcción en forma de bloques, como biocombustible o como fuente de alginato de sodio, un polisacárido que contienen estas algas y que actúa como espesante.

El sargazo resulta, además, activador del crecimiento de plantas: es buen estimulante de la germinación y corrige la acidez y la carencia de minerales. Entre otros usos, podría servir para la elaboración de alimentos y fármacos o como composta para abono en el cultivo de hortalizas.

“Hay dos empresas que lo usan ya como bioestimulante. Pero, como advierte un estudio, si no se remueve correctamente el arsénico, el metal pesado puede pasar a los vegetales. Por lo que solo se recomendaría como fertilizante para plantas ornamentales, no de consumo”, explica la bióloga.

Y señala otro problema por resolver: “En México todavía no existe una norma ni permisos para comercializarlo. No está en la Carta Nacional Pesquera del Gobierno, y si hubiera industrias que lo quisieran exportar o comercializar no podrían”, lamenta.

De acuerdo con la investigadora de la UNAM, las estrategias hasta ahora propuestas resultan insuficientes para la magnitud del problema que presenta el sargazo. “No hay soluciones eficientes a corto y largo plazo. Los recursos son muy limitados y la tendencia del crecimiento de esta alga es cada vez mayor”, asegura.

Para acabar con la extensión desbocada de estas macroalgas y su impacto habría que mitigar el problema de raíz: el cambio climático y la contaminación. “Pero las naciones no están apoyando, no se cumplen los compromisos del Acuerdo de París y el panorama para quienes lo vemos a diario es tremendamente desalentador”, lamenta la bióloga.

Fuente: SINC.

Entre el humor y la curiosidad: la ciencia detrás de los récords Guinness

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

El libro de los Guinness es un éxito y una referencia en todo el mundo. Cuáles son los récords más científicos y sorprendentes que fueron registrados.

¿Puede el ser humano ser recordado por llevar a cabo grandes hazañas? Efectivamente. Y nadie registra mejor la superación de los límites de la humanidad que el Guinness World Records, el famoso y peculiar libro que reúne algunos de los hechos más extraordinarios de la naturaleza con una amplia diversidad de capacidades y cualidades humanas. Pero ¿en qué medida la ciencia participa en estos récords? ¿Cuál es la mejor forma de pasar a la historia y lograr una marca Guinness?

La mayor colección de heces fósiles es la pasión de George Frandsen: su museo particular reúne un total de 1.277 piezas, recogidas en 15 estados de EEUU y ocho países diferentes. Crédito: Elsiglo.

¿Puede el ser humano ser recordado por llevar a cabo grandes hazañas? Efectivamente. Y nadie registra mejor la superación de los límites de la humanidad que el Guinness World Records, el famoso y peculiar libro que reúne algunos de los hechos más extraordinarios de la naturaleza con una amplia diversidad de capacidades y cualidades humanas. Pero ¿en qué medida la ciencia participa en estos récords? ¿Cuál es la mejor forma de pasar a la historia y lograr una marca Guinness?

Para el norteamericano George Frandsen, la mejor manera de ser recordado fue y sigue siendo coleccionar heces fosilizadas. La marca en el famoso libro la logró gracias a su museo particular que reúne un total de 1.277 piezas, recogidas en 15 estados de EEUU y ocho países diferentes. La joya de su colección es Precious, con un peso de 1,92 kilos, encontrada en Carolina del Sur y que fue expulsada por un cocodrilo de 6 metros en el Mioceno, hace más de 5 millones de años. De esta manera, su colección de heces se convirtió en la más grande que, hasta el momento, el mundo pudo registrar.

La piel más elástica

Pero los Guinness más científicos de la historia no terminan ahí. El caso de Garry Turner también pasó a la historia de estos récords. El hombre es capaz de estirar la piel de su estómago hasta una longitud distendida de 15,8 centímetros debido a una rara condición médica llamada síndrome de Ehlers-Danlos, un trastorno de los tejidos conectivos que afecta a la piel, los ligamentos y los órganos internos. Esta condición hace que el colágeno que refuerza la piel demuestre su elasticidad, lo que provoca, entre otras cosas, un aflojamiento de la piel y una “hipermovilidad” de las articulaciones. En los casos más graves, puede generar el colapso o la ruptura mortal de los vasos sanguíneos.

El hombre más elástico del mundo, estiró la piel de su estómago 15.8 cm para batir un récord Guinness en 1999. Crédito: Versionfinal.

El maestro del arte submarino

A la piel más elástica, se le suma otro récord donde lo científico dice presente. Es el que obtuvo Jason de Caires Taylor, un artista británico que tiene el récord de mayor cantidad de instalaciones artísticas bajo el agua: 12 instalaciones con cientos de esculturas individuales. Taylor creó el primer museo submarino del mundo, el Museo Subacuático del Arte en la costa Cancún y el primer parque de esculturas submarinas en Grenada, considerado una de las 25 maravillas del mundo por National Geographic. Este artista trabaja junto a biólogos marinos para colocar sus esculturas en lugares estratégicos que ayuden a generar nuevos arrecifes de coral artificiales. La idea es que desvíen la atracción turística de los arrecifes naturales para así ayudar a que estos puedan regenerarse.

Los ojos más saltones

Siguiendo la línea científica, el caso de la norteamericana Kim Goodman no deja de impactar al mundo: sus ojos salen de sus órbitas hasta una distancia de 1,2 centímetros, un valor certificado por un oftalmólogo. Luego de sufrir un golpe en la cabeza, Goodman comenzó a sufrir exoftalmia, una condición médica que impulsa los ojos hacia fuera de las órbitas y que, normalmente, está ligada a alguna patología. Lo extraño, es que ella logra controlarlo a voluntad.

El Guinness World Records la encontró en 1997 y desde entonces mantiene un récord invicto. Crédito: Itv.

La temperatura más alta de la Tierra

Otro dato impactante que registra este libro es la temperatura más alta de la que existe un registro fiable. El 10 de julio de 1913 en Greenland Ranch, en el Valle de la Muerte situado en California, Estados Unidos, se midieron 56,7 grados. Las máximas en este lugar alcanzan una media de 46 grados. Sin embargo, años más tarde, la tierra se recalentó. Y el 15 de julio de 1972 se midió en el suelo una temperatura de 93,9 grados, casi lo suficiente para hacer hervir el agua.

La persona más joven en lograr fusión nuclear

Con tan solo 12 años, Jackson Oswalt también entró al libro Guinness por construir un reactor nuclear en su casa. De esta manera, se convirtió en la persona más joven en lograr la fusión nuclear, al construir una máquina de acero que consta de un vacío, una bomba y diferentes compartimentos que podrían romper átomos de alta temperatura que liberan energía de fusión. La máquina, que cuenta con materiales de unos 10 mil dólares, es capaz de producir un alto nivel de energía.

Con 12 años, logró inscribirse en el libro Guinness de los récords 2021 tras crear un reactor nuclear en una habitación de su casa. Crédito: Larepublica.

El video más visto de un influencer científico

La sorprendente hazaña de lanzar un globo para captar imágenes inéditas en la estratósfera, realizada por el influencer científico colombiano Faber Burgos Sarmiento, el 26 de septiembre de 2020, lo hizo merecedor de récord Guinness. El joven incorporó una cámara al globo para tomar las fotografías que, posteriormente, publicó en redes sociales. El logro de figurar en el libro de Récord Guinness lo alcanzó porque su video, donde explica cómo elevó el globo hacia la estratosfera, es el más visto en la red social Facebook.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ

Los científicos trabajan demasiado y no desconectan en vacaciones ni fines de semana

Por SINC

Un estudio internacional que analiza los hábitos de trabajo de los biólogos sugiere que echan demasiadas horas y que continúan su jornada hasta altas horas de la noche y fines de semana. Los resultados de la investigación han sido publicados en un editorial de la revista Biological Conservation.

Un grupo de investigadores de las universidades de Nottingham (Campus de Malasia) (UNMC), Boston y ETH Zúrich han llevado a cabo un estudio que confirma la creencia común de que los científicos son como ratas de laboratorio, que trabajan hasta altas horas de la noche, no desconectan en vacaciones ni en fines de semana, y dejan poco tiempo para la familia y asuntos personales.

Los autores de la investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista Biological Conservation, también tenían curiosidad por conocer las diferencias en los hábitos de trabajo de científicos de distintos países. Para ello, analizaron los datos de 10.000 presentaciones manuscritas y casi 15.000 revisiones.

Ahimsa Campos-Arceiz, uno e los autores, revisando un manuscrito mientras viaja en un lancha en Malasia. Créditos: UNMC

Según Ahimsa Campos-Arceiz, profesor asociado de la escuela de Geografía de UNMC, el motivo del estudio tuvo una raíz personal. “Fui a la boda de un amigo en Bali y me pasé la mayor parte del tiempo revisando originales frente a la playa en vez de nadando o leyendo una novela. Me di cuenta de que encontrar tiempo para hacer estas revisiones en el trabajo es casi imposible, y que la mayoría de las veces hago esta tarea en mi tiempo libre, durante las vacaciones y los fines de semana«.

La presentación de artículos para su publicación en revistas especializadas y la consecuente revisión por pares son componentes esenciales del proceso científico. Este proceso se hace on line, a través portales que registran la hora exacta en la que los autores y los revisores están frente al ordenador enviando sus archivos. Campos-Arceiz y sus colaboradores usaron esta información para adentrarse en los hábitos de trabajo de los científicos que publican en Biological Conservation.

«Revisar el estudio de otro es una labor relativamente altruista, ya que se hace normalmente de forma anónima y tiene por objetivo mejorar el trabajo de otro científico para asegurarse de que se publican buenos materiales. Si estas revisiones se realizan fuera de tu tiempo libre, ese altruismo aún es mayor, pero también nos preocupa que el estrés que todo ello pueda conllevar se traduzca al final en un trabajo científico de menor calidad”, subraya el investigador.

Japoneses, chinos e indios, los más adictos al trabajo

Los resultados muestran que los científicos que utilizan el portal web de la revista Biological Conservation llevan a cabo una cantidad sustancial de su trabajo a altas horas de la noche (un 16% de los manuscritos y el 12% de las revisiones), y que estas tareas fuera de horario se han incrementado en torno a un 5% o 6% en todo el mundo.

Hay pautas geográficas marcadas en este comportamiento. Los científicos japoneses, chinos e indios son los que trabajan más duramente y envían casi el 40% de sus manuscritos fuera del horario laboral, mientras que los investigadores de Bélgica, Noruega, Finlandia y Sudáfrica lo hacen en una proporción del 16% al 17%.

Estadounidenses y británicos son los que menos se salen de su horario y trabajan de forma moderada durante fines de semana y noches, añade el artículo.

Los autores consideran que el continuo incremento en la carga de trabajo en instituciones académicas, con cada vez mayores obligaciones en enseñanza y tareas administrativas, tiene un efecto negativo en la calidad del trabajo científico. También tiene consecuencias en el equilibrio vital de los investigadores, con efectos como el descuido de la familia, los amigos, la falta de ejercicio físico y de tiempo de descanso.

Campos-Arceiz hace un llamamiento a las instituciones para que recuerden que “la ciencia de calidad requiere tiempo para leer y pensar y los científicos estresados tienden por lo general a ser menos productivos”.

Además, recomienda que las revisiones por pares sean consideradas parte importante del trabajo académico y valoradas con un índice para medir el rendimiento.

“Al final, este estudio ha servido para reflexionar sobre nuestro propio comportamiento y prioridades. La próxima vez que vaya a Bali, voy a pasar más tiempo nadando y hablando con mi esposa y menos revisando manuscritos”, concluye el investigador.


Referencia bibliográfica: Ahimsa Campos-Arceiz, Lian Pin Koh, Richard B. Primack. «Are conservation biologists working too hard»Biological Conservation. Agosto 2013.

 

Fuente: SINC.