¿Te apasiona sacar fotos o conocés algún profesional de la fotografía?

Si sos fotógrafo principiante, profesional o simplemente fan de la fotografía animate a participar del concurso nacional Ciencia en Foco, Tecnología en Foco.

Hasta el 6 de agosto se encuentra abierta la inscripción a la octava edición del concurso nacional de fotografía sobre temática científica y tecnológica «Ciencia en Foco, Tecnología en Foco».  El certamen invita a descubrir, mediante la fotografía, el desarrollo de la ciencia y la tecnología Argentina y propiciar que la comunidad académica, científica, artística y el público amante de la disciplina, documenten de manera creativa los universos relacionados a la ciencia, la tecnología y la innovación. Las inscripciones se realizan en el sitio web: www.concursofotociencia.gob.ar

El concurso está dirigido a personas mayores de 18 años de nacionalidad argentina o residentes en el país; profesionales y aficionadas de la fotografía; artistas; estudiantes; empresas; investigadoras e investigadores de instituciones del sistema científico tecnológico y académico nacional; y organizaciones sin fines de lucro. Las imágenes a presentar deberán estar relacionadas con la investigación científica, sus aplicaciones tecnológicas e industriales en Argentina, y reflejar como objeto de estudio, las personas que las realizan, sus instrumentos e instalaciones o las tecnologías resultantes del avance científico. 

Microalmejas. Créditos: Lucille Morono. Ganadora en la VII edición del certamen.

Las obras deberán ser presentadas en el marco de las siguientes categorías: “Más allá de nuestros ojos” para las imágenes que hayan sido obtenidas a través de equipamiento científico especial; “A simple vista” para aquellas que hayan sido obtenidas por simple observación; “Bajo el agua”, que abarca las imágenes que hayan sido obtenidas en aguas continentales y/o del Mar Argentino y que reflejen estos ambientes acuáticos; “Hitos de la ciencia y la tecnología en democracia” para aquellas que muestren acontecimientos relevantes de la ciencia y la tecnología Argentina desde 1983 a la actualidad; “Tecnología en acción” que comprende a las imágenes que muestren la vinculación y transferencia tecnológica y social de los científicos del CONICET; “Miradas del bosque” para las imágenes que muestren ecosistemas boscosos donde se aprecie el paisaje, su conservación y los detalles de la amplia biodiversidad que se encuentra en estos entornos naturales; y “Aves y sus ambientes” para aquellas que destaquen la interacción de las aves en sus ambientes naturales. Además, cada obra deberá estar acompañada de un epígrafe técnico y uno de divulgación con la finalidad de complementar la información de lo retratado.

Cada participante podrá presentar hasta un máximo de cinco fotos o hasta dos series de tres fotografías. La técnica a utilizar queda a libre elección de quienes participen. Las obras pueden ser en blanco y negro, monocromo, o color. Asimismo, serán admitidas las producciones tipo collage (o composición de fotos). Las fotografías individuales serán admisibles en formato 4:3, 16:9 o 3:2, mientras que las seriadas deberán ser presentadas en 4:3, 16:9 o 1:1. Se sugiere que las imágenes tengan una definición igual o superior a los 300dpi. El archivo a cargar en la plataforma deberá tener la extensión JPG/JPEG y no superar los 10 MB. 

Miradas que matan. Créditos: Gabriel Orso. Esta foto recibió una mención especial en la VII edición del concurso.

Las fotos ganadoras recibirán distinciones a razón de cuatro premios monetarios de entre $50.000 y $150.000 y una mención especial dentro de las categorías históricas “Más allá de nuestros ojos”, “A simple vista” y “Bajo el agua”, mientras que en la categoría “Hitos de la ciencia y la tecnología en democracia” se otorgarán dos premios monetarios y una mención especial. Además, se acordó con las instituciones que apoyan el certamen la inclusión de categorías especiales en las que cada una otorgará distinciones particulares. En tal sentido, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) asignará un premio de $100.000 y dos menciones en la categoría “Tecnología en acción”; el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP) entregará una distinción de $50.000 y dos menciones especiales en la categoría “Miradas del Bosque”; y la Asociación Ornitológica del Plata – Aves Argentinas, otorgará una beca completa para su curso virtual de iniciación a la observación de aves y un kit de productos propios. Adicionalmente, la Fundación Argentina de Nanotecnología asignará una distinción de $50.000 y dos de $10.000 a las fotografías destacadas en la categoría “Más allá de nuestros ojos”. Por su parte, el Fondo Nacional de las Artes ofrecerá un premio de $150.000 y dos menciones especiales a las fotografías realizadas por artistas participantes en cualquiera de las categorías. Finalmente, desde el concurso se organizará una votación pública en el marco de las categorías históricas en la que la foto más votada recibirá una mención especial.

Este Concurso Nacional de Fotografía sobre temática científica y tecnológica «Ciencia en Foco, Tecnología en Foco» es una iniciativa de la Dirección de Articulación y Contenidos Audiovisuales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.  

Más información, bases y condiciones y plataforma de inscripción accesibles en el sitio web del concurso. Para consultas enviar un correo electrónico a: concursofotociencia@mincyt.gob.ar.

El descubrimiento de galaxias masivas lejanas desafía la comprensión sobre el universo temprano

Por SINC.

Un equipo internacional, con participación de la Universidad de Valencia, ha identificado seis poblaciones masivas de estrellas. El hallazgo pone en cuestión el conocimiento consolidado por la comunidad científica en torno a la génesis del cosmos.

El descubrimiento de galaxias en el universo temprano –es decir, observadas a tan solo centenares de millones de años tras el Big Bang– facilita a los astrónomos nuevos conocimientos sobre la historia temprana del universo. En particular, a través del estudio de sus colores, los astrónomos pueden reconstruir sus principales propiedades físicas, como su masa estelar, su edad o la presencia de agujeros negros supermasivos en sus núcleos.

Un grupo de científicos, en el que participa el departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Valencia (UV), ha descubierto una población de seis galaxias observadas en una época entre 500 y 800 millones de años tras el Big Bang, y caracterizadas por un color intrínseco más rojo de lo común en galaxias de la misma época.

Población de galaxias masivas observadas, candidatas a pertenecer al universo temprano. / Gabriel Brammer (Universidad de Copenhage)

Aunque dichos hallazgos necesitan todavía confirmación espectroscópica –de ahí que queden registradas bajo la denominación de ‘candidatas’–, el trabajo sugiere ya una abundancia de estrellas antiguas en estas galaxias, lo que implica que sus masas estelares podrían llegar a ser hasta 100.000 millones de veces superiores a la de nuestro Sol. Y esto aun perteneciendo a una época cósmica de intensa formación de nuevas estrellas; es decir, un momento en que, se supone, las estrellas eran todavía muy jóvenes.

“Lo más fascinante es que, aunque solo llegara a confirmarse una fracción de estos nuevos objetos, esto ya implicaría masas entre 10 y 100 veces más grandes de lo esperado”, asegura Mauro Stefanon, investigador de la UV y uno de los firmantes del artículo publicado este miércoles en Nature.

Mario Stefanon, investigador de la Universitat de Valéncia / Universitat de Valéncia

La combinación de todos estos factores –número de galaxias, masa y antigüedad estelar– sugiere al equipo de investigación que la formación de estrellas en las primeras galaxias pudo haber sido un proceso mucho más eficiente de lo que se consideraba hasta ahora.

“Las galaxias observadas en estas épocas han mostrado generalmente colores azules, indicativos de una intensa formación de nuevas estrellas”, comenta el científico. “En cambio, y de forma inesperada, las galaxias ahora identificadas exhiben colores más rojos, lo que las convierte en candidatas a formar parte del elenco de galaxias antiguas en el universo temprano”, añade.

El telescopio espacial James Webb, un nuevo ojo en el cosmos

A efectos del ojo humano y desde la Tierra, la población de galaxias identificada en este trabajo ocupa una pequeña región del cielo equivalente a una veinteava parte de la superficie de la Luna. Acercarse al cosmos y lograr los resultados ahora obtenidos por el equipo internacional que lidera el astrofísico Ivo Labbé (Centro de Astrofísica y Supercomputación, Australia) es algo que la ciencia ha de agradecer al telescopio espacial James Webb (JWST).

Este observatorio, resultado de la colaboración entre las agencias espaciales de EE UU (NASA), Europa (ESA) y Canadá (CSA), está proporcionando a la comunidad científica su primera visión de la formación estelar, del gas y del polvo en galaxias a lo largo del 98 % de la historia del universo, con una resolución y una sensibilidad sin precedentes en longitudes de onda infrarrojas, algo fundamental a la hora de detectar las galaxias más lejanas.

“El telescopio James Webb permite captar imágenes con una resolución hasta 20 veces mayor y datos mucho más sensibles que los obtenidos hasta la actualidad con los telescopios espaciales Hubble y Spitzer. Hallazgos como este constatan la efectividad del observatorio espacial y la eficacia de estudios que utilizan sus múltiples filtros para la para la identificación y caracterización de las primeras galaxias”,  asegura el investigador de la UV.

 
Referencia: Stefanon, M. et al. A population of red, candidate massive galaxies 500-700 Myr after the Big Bang. Nature  (2023).

 
 
Fuente: UNIVERSITAT DE VALÈNCIA y SINC.

La UNLP sale a conquistar el espacio y lanzará su propio nanosatélite 

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Es el primero en su tipo ideado por la Facultad de Ingeniería. Ingresó a la fase de fabricación y orbitará la Tierra antes de fin de año.

Si se piensa en un satélite artificial, generalmente se imagina un enorme aparato de material resistente y que pesa toneladas. Sin embargo, no todos son así: en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) están fabricando uno que tiene el tamaño de un pan lactal y que podrá realizar observaciones atmosféricas y del suelo. ¿De qué se trata? Su nombre es USAT I y es el primer satélite del programa “Satélite Universitario” de la UNLP.

“Pesa alrededor de 4 kilos y sus medidas son 10 por 10 por 34 cm, similar al tamaño de un pan lactal”, dice Sonia Botta, ingeniera del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la Facultad, a cargo de la coordinación del proyecto.

Representación artística del USAT 1 en órbita.. Imagen: Centro Tecnológico Aeroespacial/David Williams Rogers

Diseñado y fabricado por el CTA, en conjunto con el grupo de Sistemas Electrónicos de Navegación y Telecomunicaciones (SENyT), ambos de la Facultad de Ingeniería, este pequeño satélite del tipo CubeSat tiene como objetivo demostrar el funcionamiento del sistema GNSS, herramienta destinada para su uso en navegación y determinación orbital, y para mediciones mediante la técnica de radio-ocultación.

Botta explica que el GNSS es una forma genérica de llamar a todas las constelaciones satelitales que están destinadas al uso en navegación. Un ejemplo conocido popularmente es el GPS. “Con nuestro receptor GNSS vamos a poder detectar señales de GPS que viajan a través de la atmósfera y de la tierra”. En ese sentido, se busca probar tres cosas. La primera será demostrar su uso en navegación, pero una vez que se tenga el resultado positivo, se probarán dos técnicas científicas: la radio ocultación y la reflectometría.

La función del satélite, bajo esta premisa, se relaciona con la demostración tecnológica de técnicas científicas para la observación de la Tierra. “Apuntamos a que pueda realizar observaciones atmosféricas y del suelo en territorio argentino, pero como es una órbita que recorre todo el mundo, está abierta la colaboración con otros países“, detalla la coordinadora. Y agrega: “Una vez que el satélite esté en órbita, la misión va a ser de demostración tecnológica y su carga útil será un receptor GNSS desarrollado por el grupo SENyT”.

¿Cómo son las técnicas de medición?

La reflectometría GNSS o GNSS-R hace uso de las señales de GNSS reflejadas en la superficie de la Tierra. Es un tipo de técnica científica que comenzó a demostrarse en satélites hace poco más de una década. Se puede utilizar en mediciones de características del suelo, como humedad, cobertura de vegetación o altimetría. En este modo, el receptor y el satélite GNSS emisor trabajan como un radar bi-estático. “Es posible medir cómo influye sobre la señal del GPS el rebote en la tierra. Si podemos detectar cambios en esta señal, podremos saber, por ejemplo, características del suelo, como humedad, cobertura de vegetación, tipos de suelo e, incluso, vientos superficiales en océanos”, describe la especialista.

La técnica científica radio-ocultación GNSS o GNSS-RO mide, de forma indirecta, la refracción de la señal emitida por satélites GNSS en la atmósfera. Dependiendo de la posición del receptor, se puede utilizar para estudiar características de las capas superiores de la atmósfera (por ejemplo, ionósfera) o de las capas inferiores (como la troposfera). “Podemos detectar variables atmosféricas, como presión, temperatura y contenido de electrones”, sostiene.

Lo que vendrá

En septiembre del año pasado, el USAT I atravesó con éxito la Revisión Crítica de Diseño (CDR), un paso fundamental para dar inicio a su construcción. En la actualidad, se está terminando con las compras para arrancar la construcción del modelo de vuelo.

“Estamos en un estado bastante avanzado donde esperamos que próximamente podamos tener un modelo de vuelo completo para empezar a hacer todos los ensayos finales que se requieren para ir al espacio”, afirma Botta. Y concluye: “La fecha del lanzamiento depende de cuando terminemos el satélite y de cuando surjan oportunidades de lanzamiento, pero esperamos hacerlo antes de fin de año, entre octubre y noviembre”.

 

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ