La importancia de la biodiversidad del suelo en la agricultura

Por Mercedes Muñoz Cañas SINC.

Gran parte de los avances en producción agrícola se lograron casi sin evaluación de la pérdida de ecosistemas. En las últimas décadas se ha conseguido una mayor disponibilidad de alimentos, al tiempo que aumentaban amenazas como la erosión o la salinización, pero las nuevas estrategias europeas comienzan a considerar el suelo como un sistema vivo que establece relaciones con las especies que lo habitan.

La biodiversidad que habita el suelo desempeña un papel fundamental —pero aún poco conocido— en la conservación de multitud de beneficios que la naturaleza aporta a la sociedad (los llamados servicios ecosistémicos) y que son esenciales para la agricultura y la producción de alimentos.

Sin embargo, la mayor parte de los avances en producción agrícola se han logrado, y muchos de ellos continúan obteniéndose, casi sin evaluar la pérdida de biodiversidad de los suelos, en gran parte por un claro desconocimiento de la situación.

Si bien es cierto que muchos de estos progresos desde los años 50 han hecho aumentar la productividad y disponibilidad de alimentos, también lo es que han comprometido la salud del suelo incrementando, en algunos lugares, amenazas como la erosión o la salinización y, en la mayoría, disminuyendo el número de especies que lo habitan.

De ser un mero proveedor de sustrato y nutrientes para los cultivos, el suelo empieza a ser valorado como un sistema vivo, con una compleja red de relaciones entre las especies que lo habitan. / Pixabay.

Según fuentes oficiales como la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) o el IPBES (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services), el cambio climático y las actividades humanas —entre ellas, una mala gestión de las prácticas agrarias— están conduciendo a una pérdida de la biodiversidad y sus funciones a una ratio estimada actual de extinción de entre 100 y 1.000 veces mayor de la que pudiera ser considerada natural.

Si nos centramos en el suelo, es importante destacar que se trata de un elemento esencial del capital natural, que alberga a aproximadamente el 25 % de la biodiversidad planetaria y, según la FAO, provee de manera directa o indirecta el 95 % de los alimentos que comemos.

Actualmente solo conocemos un 1 % de esa biodiversidad, que reúne a las especies en una intrincada relación multifuncional que contribuye a muchos de los servicios que provee el suelo. Además, y empleando los últimos datos aportados por la FAO, parece que el suelo se está perdiendo a un ritmo de entre 13 y 18 veces más rápido de lo que se está formando. En dicha pérdida, se incluyen millones de seres vivos que viven en esos ecosistemas.

Si observamos las nuevas estrategias europeas que están en marcha —como la de Biodiversidad, la de ‘La granja a la mesa’, la de Economía Circular o la del Suelo—, sin dejar de tener en cuenta la actual necesidad de reducir la entrada de insumos como fertilizantes y pesticidas, podemos ver cómo el cambio que necesitamos está empezando a ocurrir.

Aunque aún quede un largo proceso por delante, el suelo está pasando de ser visto como un mero proveedor de sustrato y nutrientes para los cultivos, a un sistema complejo y vivo que establece una intrincada y compleja relación entre los mismos y la red de especies que lo habitan.

Afortunadamente, desde hace aproximadamente una década, la biodiversidad del suelo ha empezado a cobrar más importancia y se están dedicando esfuerzos al estudio y comprensión de su estado de salud y, en consecuencia, en el correcto funcionamiento de los paisajes agrarios.

Para conseguir la sostenibilidad y la resiliencia de los campos, es necesario entender las funciones que realiza el suelo, mejorar la gestión y, sobre todo, comprender el rol que juega la biodiversidad que allí existe, dándole la relevancia que merece en cuanto a su función, así como a lo esenciales que resultan los procesos de los que dependen los sistemas agrarios.

El suelo y su biodiversidad, a través de prácticas sostenibles, pueden llegar a ser una ‘solución basada en la naturaleza’ y, en línea con la definición de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una práctica que se apoya en el ecosistema y en los servicios que provee, para responder, en este caso concreto, al desafío de la seguridad alimentaria.

Para ello hay que mejorar el conocimiento, valorar cómo los cultivos interaccionan con la biodiversidad de suelo y evaluar las características y estructura de las redes de organismos que forman parte de él para así lograr una resiliencia de los campos agrícolas que asegure la estabilidad del sistema a largo plazo.

 
 
Fuente: UICN y SINC.

Un equipo de especialistas logró rearmar el árbol genealógico de cinco generaciones de ballenas

Por María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Claves para entender la técnica que permite establecer el parentesco entre ejemplares que frecuentan los golfos de la Península de Valdés.

Colas, saltos, lomos, chorros de agua y “Paciencia” nadando con su cría en el Golfo San José. La foto se toma y la investigación sigue su curso para, finalmente, lograr armar el “árbol genealógico” de una familia de ballenas que, desde hace al menos 50 años, visita los golfos de la Península Valdés en Argentina. Así lo informan desde el Programa de Investigación Ballena Franca Australdonde se realiza el estudio y seguimiento de la ascendencia y descendencia, mediante la técnica de foto-identificación, de una familia de ballenas que, desde la década del 70, frecuenta el extremo noreste de Chubut.

Paciencia es “bisnieta” de la ballena que fue identificada en 1973 con el número 71. A su vez, “la 71” es madre de Antonia y ésta de Antonio y Docksider, de donde surgió la otra camada de ballenas que fueron registradas como Espuma, Luna y Paciencia. Esta última fue observada en 2019 con su hijo Aconcagua y hace unos meses con otra cría, es decir, “tataranietos” de la primera anotada en el padrón fotográfico en 1973 por el investigador Roger Payne, pionero en ese campo.

Paciencia junto a su cría nacida en 2022. Crédito: Instituto de Conservación de Ballenas.

En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQMariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas, donde se lleva a cabo la investigación, explica que conocer las relaciones de parentesco entre los miembros de una familia de ballenas permite determinar variables que son importantes para describir su biología. “Con estos datos podemos saber, por ejemplo, cada cuántos años las hembras tienen crías, que en promedio es cada tres, o a qué edad tienen su primera cría, que suele suceder a los nueve años”.

También, los registros del mismo individuo a lo largo de muchos años sirven para determinar la longevidad de las ballenas. Si estas variables cambian, pueden indicar modificaciones en el ecosistema que están afectando a las ballenas. “Si los intervalos entre partos se alargan, esto es una indicación de que las hembras pueden tener una condición corporal limitada que no les permite quedar preñadas. Esto tiene impacto en la dinámica de la población”, apunta Sironi.

El «árbol» de «Paciencia»

Gracias a este reencuentro con Paciencia, se pudo saber que la familia de la ballena N° 71 sigue creciendo. “A partir de las fotografías comenzamos la búsqueda en el catálogo de foto-identificación, para comparar la ballena avistada en el Golfo San José con las imágenes. Al hacer el ‘identikit’, comparando el detalle del patrón de callosidades y de las manchas dorsales entre las fotos del catálogo y las recientemente tomadas, todo coincidió a la perfección”, destaca la bióloga Camila Muñoz Moreda. Y completa: “Estábamos ante la presencia de la “bisnieta” de la ballena 71, registrada hace 50 años y, a su vez, con la cría”.

Según detalla Sironi, las relaciones de parentesco se determinan mediante la foto-identificación de individuos. Esto es especialmente importante en el año de su nacimiento, cuando un ballenato está junto a su madre. “Si conocemos a la madre con anterioridad, entonces en muchos casos conocemos a hermanos, abuelas, tíos y tías”, dice. Y suma: “Dicho así puede sonar simpático, pero en el análisis científico nos permite monitorear el estado general de la población, su dinámica, distribución espacial y otras variables”.

¿Cómo se identifican?

Las ballenas francas pueden identificarse individualmente analizando el patrón de callosidades de sus cabezas, áreas de piel engrosada y cubierta de crustáceos blanquecinos llamados “ciámidos”. “El patrón de callosidades es único en cada animal y permanece casi inalterado a lo largo de su vida, algo similar a lo que sucede con las huellas dactilares de las personas”, dice. En ese sentido, tomando fotografías de la cabeza de las ballenas desde un avión, se identifican las ballenas usando programas especialmente diseñados, y así se aprende sobre su dinámica poblacional, biología y comportamiento.

Con todo, lo cierto es que “Paciencia”, esta ballena hembra de 15 años, además de seguir el intervalo normal de parición de 3 años, demuestra que el dispositivo satelital no altera el ciclo reproductivo y que las ballenas regresan a las aguas de Península Valdés para traer nuevas crías a esta población.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ

La subida del nivel del mar es inminente si el calentamiento global supera los 1,8ºC

Por SINC.

Gracias a un modelo informático, un equipo de investigadores liderado por la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur) ha constatado que las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia se desintegrarán y fundirán a un ritmo acelerado si no se estabiliza el incremento de temperatura global por debajo de esa cifra.

Aunque la mayoría de las poblaciones costeras del mundo se preparan ya para la subida del nivel del mar, consensuar medidas para evitar catástrofes está siendo extremadamente difícil porque no hay consenso sobre a qué ritmo se producirá el deshielo.

Ahora, un nuevo estudio publicado este martes en Nature Communications advierte de que la «pérdida irreversible» del hielo de la Antártida y Groenlandia —y la correspondiente subida del nivel del mar— pueden ser «inminentes» si no se estabiliza el calentamiento global por debajo de los 1,8 ºC en relación a los niveles preindustriales.

El deshielo de las capas de hielo es, potencialmente, el factor que más contribuye al cambio del nivel del mar, e históricamente el más difícil de predecir porque la física que rige su comportamiento es muy compleja.

El deshielo de las capas de hielo es, potencialmente, el factor que más contribuye al cambio del nivel del mar, e históricamente el más difícil de predecir. / SarahNic

De hecho, las últimas proyecciones de modelos climáticos presentadas en el 6º informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) no se ponen de acuerdo sobre la rapidez con que las principales capas de hielo responderán al calentamiento global.

En paralelo, «los modelos informáticos que simulan la dinámica de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida a menudo no tienen en cuenta el hecho de que el deshielo de la capa de hielo afectará a los procesos oceánicos, que, a su vez, pueden retroalimentar la capa de hielo y la atmósfera», añade Jun Young Park, del Centro de Física del Clima IBS de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur).

Ahora, utilizando un nuevo modelo informático, que capta por primera vez el acoplamiento entre las capas de hielo, los icebergs, el océano y la atmósfera, el equipo descubrió que el efecto de desbordamiento de la capa de hielo y el nivel del mar solo puede evitarse si el mundo alcanza las emisiones netas de carbono cero antes de 2060.

«Si no alcanzamos este objetivo, las capas de hielo se desintegrarán y fundirán a un ritmo acelerado, según nuestros cálculos», advierte.

«Si no tomamos ninguna medida, el retroceso de las capas de hielo seguiría aumentando el nivel del mar en al menos 100 centímetros en los próximos 130 años. Y esto se sumaría a otras contribuciones, como la expansión térmica del agua oceánica», apunta Axel Timmermann, director del Centro de Física del Clima IBS.

Simulaciones por ordenador

Las capas de hielo responden al calentamiento atmosférico y oceánico de forma retardada y a menudo impredecible.

Hasta ahora, los científicos habían advertido de la importancia del deshielo oceánico subsuperficial, un proceso clave que puede desencadenar efectos de desbordamiento en las capas de hielo de base marina de la Antártida.

Arrecife de coral dañado. / Renee Setter

«Sin embargo, según nuestras simulaciones por superordenador, la eficacia de estos procesos puede haberse sobrestimado en estudios recientes», avisa June Yi Lee, de la Universidad Nacional de Pusan.

«Vemos que el hielo marino y los cambios en la circulación atmosférica alrededor de la Antártida también desempeñan un papel crucial en el control de la cantidad de deshielo, con repercusiones en las proyecciones globales del nivel del mar», matiza la investigadora.

Por último, el estudio reclama el desarrollo de modelos más complejos del sistema terrestre (que capten los distintos componentes climáticos y sus interacciones) y nuevos programas de observación para estudiar regiones muy activas, como el glaciar Pine Island, en la Antártida.

Y es que uno de los aspectos clave en la simulación de las capas de hielo es que incluso los procesos a pequeña escala pueden desempeñar «un papel crucial en la respuesta a gran escala de una capa de hielo y para las correspondientes proyecciones del nivel del mar», aclara Timmermann.

Por eso, «no solo tenemos que incluir el acoplamiento de todos los componentes, como hicimos en nuestro estudio actual, sino que también necesitamos simular la dinámica con la mayor resolución espacial posible utilizando algunos de los superordenadores más rápidos», concluye el científico.

Posibles consecuencias

Sobre este tema, se ha pronunciado esta semana el secretario general de la ONU; António Guterres ha alertado que la subida del nivel del mar supone una amenaza existencial para numerosas comunidades y puede desencadenar un «éxodo masivo» con «proporciones bíblicas».

«Bajo cualquier escenario, países como Bangladés, China, India y Países Bajos están en riesgo. Megaciudades en todos los continentes se enfrentan a serios impactos incluyendo El Cairo, Lagos, Maputo, Bangkok, Daca, Yarkarta, Bombay, Shanghái, Copenhague, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Buenos Aires y Santiago», señaló Guterres.

El jefe de Naciones Unidas se pronunció así en un discurso ante el Consejo de Seguridad, que se reunió para discutir las consecuencias del aumento del nivel del mar en el ámbito de la paz y la seguridad.

Según Guterres, la subida de las aguas —acelerada por la crisis climática y que el siglo pasado fue mayor que en ningún otro en los últimos 3.000 años— es tanto un problema en sí como un «multiplicador» de otras amenazas y ya está creando «nuevas fuentes de inestabilidad y conflicto».

«La subida de los mares amenaza vidas y pone en peligro el acceso al agua, los alimentos y la atención médica. La entrada de agua salada puede diezmar empleos y economías enteras en industrias clave como la agricultura, la pesca y el turismo. Puede dañar o destruir infraestructura vital», enumeró.

En el caso de algunas comunidades y países, recalcó, el fenómeno plantea un problema existencial, sobre todo si se cumplen las proyecciones más alarmantes hechas por organismos científicos.

«El peligro es especialmente grave para los casi 900 millones de personas que viven en zonas costeras de baja altitud, es decir, una de cada diez personas en la Tierra», señaló.

Por otro lado, Guterres advirtió que la combinación de la subida del mar y de la entrada de agua salada en ciertos ecosistemas amenaza por ejemplo con convertir einhabitables algunos de los grandes deltas del mundo, como el del río Mekong en Vietnam o el del Ganges en la India y Bangladés.

«Comunidades bajas y países enteros podrían desaparecer para siempre. Veríamos un éxodo masivo de poblaciones enteras con proporciones bíblicas. Y veríamos una competencia aún más fiera por el agua dulce, la tierra y otros recursos», insistió.

Por todo ello, el diplomático portugués pidió a la comunidad internacional acciones decididas en tres grandes ámbitos: la lucha contra el calentamiento global, la protección de comunidades vulnerables y la modificación de la legislación internacional para proteger a los desplazados.

 

Referencia: Park, JY., Schloesser, F., Timmermann, A. et al. Future sea-level projections with a coupled atmosphere-ocean-ice-sheet model. Nature Communications (2023)

 
Fuente: EFE y SINC.