La (r)evolución de los seres humanos

POR la Lic. Mercedes Pastorini y el Lic. Federico Fuchs para Ciencia Anti Fake News

¿A dónde quedó nuestra cola?

Cuando pensamos en una persona, cualquier ser humano, solemos imaginarnos un ser vivo que camina sobre dos piernas, erguido gracias a una columna vertebral, dos brazos con cinco dedos en cada mano y que se sostiene en equilibrio por los cinco dedos en cada uno de los pies. Puede que usted tenga recuerdos de la escuela, cuando estudió evolución y cómo llegamos a ser el homo sapiens que somos hoy en día. ¿Por qué tenemos cinco dedos en cada pie?, ¿Por qué nuestra columna vertebral se compone de 26 vértebras?, ¿Algún día ocurrirá que desaparezca nuestro dedo chiquito del pie?, ¿Cómo nos vamos a ver los homo sapiens en el futuro lejano?

Empecemos por ponernos de acuerdo con un concepto central…. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de ‘evolución’?

La forma moderna de entender el fenómeno de la evolución suele atribuirse a Charles Darwin (Carlos Darwin para los amigos), a partir de la publicación de su libro El Origen de las Especies en 1859. La realidad es que la teoría de Carlos no salió de un repollo, los aportes de autores como Malthus, Lyell, De Candolle y Lamarck, entre otros, hicieron posible que alcancemos los conocimientos que tenemos hoy del tema. Ellos observaron que una población aumentaba cuando sus individuos se reproducían hasta llegar a un punto en donde empezaban a faltar recursos; la falta de recursos los obligaba a competir entre sí y, como éstos no eran todos iguales sino que presentaban variabilidad, algunos resultaban más aptos para sobrevivir y reproducirse que otros. A ese proceso lo llamaron selección natural.

Por ejemplo, dentro de un grupo de venados podría haber algunos que tengan músculos más grandes que otros, y eso les daría la habilidad de correr más rápido y escapar de sus depredadores. Esto generaría que entonces ese grupo de venados tenga más chances de sobrevivir que el resto y, por lo tanto, sean los que dejen descendencia. Como resultado, en un futuro, las próximas generaciones de venados tendrían esta característica que les da ventaja. 

Ahora… ¿Esto pasa siempre y en cualquier circunstancia? Bueno, no. En realidad lo que permite que suceda esta “supervivencia de los seres más aptos” es el ambiente en el que viven. Si los venados se encontraran en un ambiente sin depredadores, daría igual la rapidez al correr y entonces la supervivencia pasaría por otras características, como, por ejemplo, la tolerancia al hambre o preferencias al momento del apareamiento. 

En el caso de los seres humanos, tenemos la capacidad de modificar el contexto que nos rodea, lo que nos ha permitido disminuir las condiciones que limitan quienes sobreviven y por lo tanto que podrían afectar nuestra población. Comodidades como el agua potable, las vacunas, tratamientos médicos, la producción de alimentos o la falta de depredadores permite que no tengamos que adaptarnos a ciertas limitaciones. Esto podría dar lugar a otro tipo de problemas, como la superpoblación, algo que de hecho sucede pero que dejaremos para discutir en futuras columnas. 

Entonces, ¿vamos a mantenernos iguales por los siglos de los siglos?

No precisamente, dado que nuestra habilidad para hacer que el contexto se adapte a nosotros en vez de nosotros al contexto es amplia pero no infinita. Tanto bacterias como virus seguirán existiendo, también el cambio climático y muchos otros condicionantes que pueden impactar sobre nosotros. Resulta muy difícil, por no decir imposible, predecir con exactitud nuestro futuro evolutivo; sin embargo, sí podemos analizar algunas inquietudes populares.

Crédito: Ciencia Anti Fake News

¿Cuántas veces oyó decir que vamos a perder nuestro dedo meñique del pie? Noticias en radio y televisión, charlas de sobremesa o textos en redes sociales asegurando que en cualquier momento empezarán a nacer personas sin dedos meñiques de los pies porque ya no tienen el uso de pinza de tiempos prehistóricos. La idea en el imaginario colectivo que sostiene que lo que no se usa, se pierde, suele atribuirse a Lamarck. Las ideas de Lamarck (y otros autores de la época) se basaban en que el entorno creaba en los seres vivos una necesidad de cambiar y luego estas modificaciones eran heredadas por su descendencia. Volviendo al ejemplo de los venados, esto significaría que los individuos más lentos mejorarían en vida sus músculos para poder correr más rápido y evitar ser comidos, y que esa característica sería transmitida a su progenie. Hoy en día, estas ideas se encuentran desplazadas frente al pensamiento “darwiniano”, dada la abrumadora cantidad de evidencia que soporta a este último por encima del anterior. Existe, sin embargo, una rama de la biología en donde ciertos postulados “lamarckianos” han sido revalorizados, llamada epigenética. Veremos más al respecto en futuras columnas. 

Por otra parte, si bien no parece probable que vayamos a estar perdiendo dedos en un futuro cercano, sí se ha encontrado evidencia que sugiere que hace no tanto tiempo perdimos… la cola. Un trabajo preliminar publicado recientemente describe las que podrían ser las bases moleculares que explican por qué los humanos (y otros homínidos) no tenemos cola. En esencia, la culpa parece ser de una mutación en un gen llamado TBXT. En criollo, esto quiere decir que hubo un cambio en nuestra información genética que por razones desconocidas resultó favorecedora para nuestra especie. Los autores especulan con que la pérdida de la cola haya beneficiado la movilidad para un estilo de vida que se alejó de la altura de los árboles.

 

Para saber cómo seremos en algunos miles o millones de años (así de largos son los tiempos de la evolución), tendremos que esperar.  Sin embargo, hay mucho para seguir aprendiendo respecto de cómo somos hoy en día. Para eso… ¡te esperamos en nuestra próxima entrega! 

Fuente e imágenes: Ciencia Anti Fake News.
Imagen principal: www.freepik.es 

Albinismo: ¿cuáles son las características de estos ejemplares únicos del reino animal?

POR María Ximena Perez para AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

Son escasos, muy poco vistos y, por su condición genética, tienen más dificultades para sobrevivir en su hábitat natural. Cómo cuidarlos para mejorar su calidad de vida.

La extraña naturaleza no deja de sorprender: animales con ojos rojos o celestes, la piel rosada y el pelaje blanco, únicos y especiales. Aunque con poca frecuencia, el albinismo es una condición que se presenta en muchas especies. Para muestra vale recordar, el caso de Copito de Nieve, el gorila albino capturado en 1966 por el doctor Jordi Sabater Pi en la Selva de Nko, Guinea Ecuatorial, y cuyo descubrimiento produjo un verdadero revuelo. Copito fue el animal más visitado en el zoo de Barcelona hasta su muerte, en 2003.

El albinismo es una condición genética que no debe confundirse con presentar pigmentación blanca. Créditos: Chrome web store.

¿Qué es el albinismo? En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQel divulgador científico, Sebastián Kamin, lo explica así: “Hay varios genes en los animales que están involucrados en la producción de un pigmento que se llama melanina. Este pigmento está presente, principalmente, en la piel, el pelo y los ojos. En ese sentido, los animales albinos no producen melanina o, en caso de que lo hagan, lo hacen en cantidades muy bajas. Es decir, el albinismo se da cuando existe una pérdida en la capacidad de producción de melanina”.

Genética y consecuencias

Al igual que en los humanos, el albinismo viene dado por la genética. En los genes se hallan las instrucciones que indican al organismo cómo debe ser y de qué manera funcionar; unos son dominantes y otros, recesivos. Cuando se forma un embrión, la mitad de la información genética proviene de la madre y la otra mitad, del padre. Según detalla Kamin, los animales reciben una copia de cada uno de sus progenitores; y para que se presente el albinismo, “tienen que tener ambas copias mutadas de alguna manera que pierdan su funcionalidad. Si tienen una sola copia mutada pueden cargar el gen pero no presentarlo”.

¿Qué consecuencias le trae a un animal el ser albino? Kamin responde que la melanina funciona como un protector contra la luz ultravioleta y que por eso “son animales con muchos problemas de piel, justamente por el daño que genera esta luz, al igual que ocurre en las personas”. Y agrega que, como también está presente en los ojos, suelen tener problemas de visión: los animales albinos son, por tanto, “muy propensos a sufrir problemas oculares o de la piel”.

En ese sentido, con frecuencia se observan alteraciones de la vista, como consecuencia de la ausencia de pigmento en el iris, que hace que el ojo sea más sensible a la luz. En ocasiones, para compensar esta hipersensibilidad, desarrollan estrabismo o incluso nistagmo (movimientos oculares hacia los lados). También se puede observar con relativa frecuencia problemas dermatológicos, como dermatitis o incluso algunos tumores de piel, como el melanoma.

Más visibles para sus presas

A estas consecuencias, se suman otras: generalmente no viven en lugares de nieve o en lugares donde tengan algo blanco donde esconderse, entonces son mucho más visibles para sus presas y para sus predadores. “Las presas los divisan más fácil, por eso tienen una menor posibilidad de cazarlas y conseguir su alimento”, dice Kamin.

A su vez, los depredadores los divisan más fácilmente porque son más distinguibles en el ambiente donde están, y entonces también tienen menos probabilidades de sobrevivir porque los cazan más rápido. Les cuesta más conseguir su alimento y escapar de sus predadores. “Incluso, en ciertos grupos animales, los individuos albinos son rechazados. Precisamente, al ser identificados con mayor facilidad, hacen que todo el grupo corra un mayor riesgo de ser depredado. Son observados de manera inmediata por sus predadores”, asegura el divulgador científico.

¿Gato blanco o albino?

Al igual que sucede en otras especies, en los animales domésticos, como perros y gatos de compañía, también pueden darse casos de albinismo. En estos casos, el pelo es de color blanco, aunque no debe confundirse ya que no todos los perros y gatos de pelo blanco son albinos.

Para determinarlo no basta con fijarse en las características físicas (piel rosada, pelaje blanco y ojos rojos o celestes); aunque, si las cumple todas, hay una alta probabilidad de que lo sea. También es necesario realizar un análisis genético por parte de un veterinario y un laboratorio especializado.

¿Cómo cuidarlos para una mejor calidad de vida?

En el caso de los animales albinos, la piel queda menos protegida por lo que los cuidados principales irán enfocados a protegerla. Para ello es necesario evitar la exposición prolongada al sol, ya que se pueden producir quemaduras en zonas desprovistas de pelo, como el abdomen. Pero, además, agentes como el polvo o algunas sustancias químicas, podrían ocasionar daños.

Otro factor a tener en cuenta es la calidad del pelo. Si el pelo está bien nutrido y fuerte, proporcionará mayor protección a la piel, por lo que se debe procurar una alimentación de calidad para evitar que el pelo se debilite y se caiga, y la piel se reseque.

Con todo, la biodiversidad de la Tierra comprende la riqueza natural de un ecosistema conformado por la cantidad y variedad de especies que hacen vida en él, donde todas son necesarias y ninguna es mejor que otra.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas UNQ 
Imagen: Chrome web store. 

Hallan mutaciones genéticas en la sangre de astronautas

Un estudio demostró que las personas que realizan vuelos espaciales corren más riesgo de desarrollar mutaciones en el ADN, lo que puede aumentar la posibilidad de padecer cáncer y enfermedades cardíacas.

Un equipo de la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí en Estados Unidos publicó en Nature Communications Biology un estudio realizado con muestras de sangre de catorce astronautas de la NASA que volaron en misiones del programa de transbordadores espaciales entre 1998 y 2001.

Los análisis de ADN de los cosmonautas revelaron mutaciones conocidas como somáticas (que se adquieren a lo largo de la vida y no se transmiten), en el sistema de formación de la sangre (células madre hematopoyéticas) de los catorce astronautas estudiados. Las mutaciones identificadas se caracterizan por la sobrerrepresentación de células sanguíneas derivadas de un único clon, un proceso denominado hematopoyesis clonal (CH).

Este tipo de mutaciones suelen estar causadas por factores ambientales, como la exposición a la radiación ultravioleta o a determinadas sustancias químicas, y pueden ser el resultado de la quimioterapia o la radioterapia contra el cáncer. Aunque el CH no es necesariamente un indicador de enfermedad, se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer de sangre.

«Los astronautas trabajan en un entorno extremo en el que muchos factores pueden dar lugar a mutaciones somáticas, sobre todo la radiación espacial, lo que significa que existe el riesgo de que estas mutaciones se conviertan en hematopoyesis clonal», indicó David Goukassian, del Icahn Mount Sinai.

Las personas estudiadas volaron en misiones relativamente cortas (unos doce días), tenían una edad media de unos 42 años; aproximadamente el 85% eran hombres y seis estaban en su primera salida al espacio. Las muestras, que estuvieron almacenadas a -80 grados durante unos 20 años, fueron tomadas 10 días antes del vuelo y el día del aterrizaje, y de glóbulos blancos tres días después.

La frecuencia de las mutaciones somáticas en los genes que los investigadores evaluaron era inferior al 2%, el umbral técnico para que las mutaciones somáticas en las células madre hematopoyéticas se consideren hematopoyesis clonal de potencial indeterminado (CHIP). La CHIP es más frecuente en individuos de edad avanzada y se asocia a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y cánceres tanto hematológicos como sólidos.

«Aunque la hematopoyesis clonal que observamos era de un tamaño relativamente pequeño, el hecho de que viéramos estas mutaciones fue sorprendente dada la edad relativamente joven y la salud de estos astronautas», destacó Goukassian. Sin embargo, la presencia de mutaciones «no significa necesariamente» que los astronautas vayan a desarrollar esas dolencias, «pero existe el riesgo de que, con el tiempo, esto pueda ocurrir por la exposición continua y prolongada al entorno extremo del espacio profundo».

Por ello, el equipo subrayó la importancia de los análisis de sangre continuos de los astronautas a lo largo de su carrera y durante su jubilación para controlar su salud.

Fuente: DW (www.dw.com/es)

Fotos: NASA