La ciencia de lo común en las crónicas de la vida.
Episodio 2 < El Diego rubio >
Por Santiago Olmos.
Esperando mi almuerzo, tomé uno de los diarios que había en la mesa de al lado. Simultáneamente, recibí una notificación en mi celular: “Compramos tu esperma”. La misma explicaba el exhaustivo proceso de selección de donantes, considerando diversos aspectos como raza, tez, complexión, color de cabello, color de ojos, contextura física, rasgos y grupo sanguíneo. No dejé de sorprenderme en cómo mi celular también estaba al tanto de la hermanita de Mirko.
De inmediato empecé a pensar en ‘Un mundo feliz’, la obra de Aldous Huxley. Aunque la donación de esperma puede ser un acto voluntario y altruista que ayuda a muchas personas a cumplir su deseo de tener hijos, me preocupaba la idea de la ‘compra de esperma’. ¿Era un negocio siniestro? ¿O simplemente otra manifestación del capitalismo? ¿Quizás una creación monstruosa de la ciencia? En fin, temas complejos.
—Yo a este mundo no lo entiendo. Tantos pibes cagándose de hambre y una maquinita te hace un pibe —, me interrumpió Marcelo, mientras me daba la cuenta de los ñoquis.— ¡Le podés elegir si tiene los ojos azules, marrones, verdes; si tiene el cuero blanco, negro o el pelo colorado! ¡Y dentro de poco van a clonar hasta el mismo D10S! Un Diego Rubio, alto, con el pelo lacio y piel blanca. Seguro que el experimento lo hacen los yankees o los chinos en un supermercado de Caballito. Pero eso no es lo peor; lo van a poner a jugar en el Cleveland Ohio o el Inter Miami. Déjame de joder—.
—Dicen que hay que poner entre 55.000 y 60.000 dólares —, le comenté con un bostezo gigante. No podía dejar de preguntarme qué pensaría Aldous Huxley acerca de la subrogación de vientres pero con la intermediación de la inteligencia artificial.
—¡Hola, Aldo! Es un honor poder hablar con usted. Soy un admirador de su obra y me gustaría discutir un tema que me fascina: la inteligencia
artificial—.
— Un gusto conocerlo, Olmos. La inteligencia artificial es un tema apasionante e inquietante, ¿no le parece? A medida que avanza la tecnología, la interacción entre humanos y máquinas se vuelve más prominente en nuestras vidas. En mi novela ‘Un mundo feliz’, exploré la idea de una sociedad futurista donde la ingeniería genética y la manipulación social eran omnipresentes. Aunque en mi tiempo no existía la inteligencia artificial como la conocemos hoy, reflexioné sobre cómo el avance de la ciencia y la tecnología podría afectar nuestra libertad y dignidad humana. Más le digo, solo por ser usted: le voy a confesar que escribí esa novela totalmente drogado. Me gustaba mucho hacer infusiones de ácido lisérgico puro. ¿Entiendo que usted ha sido un precursor de lo que se denomina «tachito» o la pepa del pobre? Mezclar dos principios activos como la codeína y el dextrometorfano tiene sus riesgos. Le sugiero que no siga en esa línea de investigación —.
—Perdone maestro, el dextrometorfano lo eliminé de mi sistema hace muchísimos años, pero la codeína me costó un poco más. ¡Usted me entiende! Pero volviendo al tema… Siempre me interesó el personaje que usted creó (John el salvaje) como representación de la conexión con la naturaleza, la espiritualidad y las tradiciones ancestrales que se han perdido en el mundo dominado por la ciencia y la tecnología —.
— Por supuesto querido Santiago, nos enfrentamos a grandes desafíos. La irrupción de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas se ha vuelto un tema recurrente en cada reunión social. Tengo una gran admiración por un coterráneo suyo: Osvaldo Lamborghini, en su novela ‘La causa justa‘, cuestiona la normalización de la violencia, el sexismo, la xenofobia y el nacionalismo en la vida cotidiana. Confronta la violencia y la perversión oficial de la sociedad, revelando que aquello percibido como ajeno y amenazante está presente en nuestro día a día, oculto a simple vista. No es la inteligencia artificial en sí lo que importa, sino cómo los humanos la utilizamos —.
— No puedo creer que sea admirador de Osvaldo. ¿Y le gusta Spinetta? —.
— Sí. Un alma sensible, dimetiltriptamina. Imagínese que después que Morrison escribió la mayoría de sus poemas en base a mis apuntes acerca de ‘Las puertas de la percepción’, tengo una conexión especial con la gente del ‘palo’. Me apenó mucho no poder recibirlo al dulce Jim. En abril de 1969 vino a París, quiso charlar conmigo, pero yo me encontraba en mi lecho de muerte. No pude reunirme con él; el día que llegó, simplemente fallecí y me fui a otra parte —.
— Y dígame Don Aldo. No le preocupa el impacto de la IA en el ámbito laboral. ¿Creo que la automatización y la IA podrían reemplazar muchos empleos, generando desigualdades económicas y sociales aún mayores?—.
— Sabe una cosa, Santiago. Hay otro poeta, Jaime Davalos, que me resulta muy interesante por estas tierras, tiene una canción que se llama Jangadero; es el artífice que guía la jangada, los troncos de los árboles que fluyen río abajo, hacia los aserraderos, hacia el punto donde se transformará la madera, en última instancia hacia su destino. El jangadero es un oficio que ya no existe, pues el río ha sido reemplazado por vías y camiones, aunque aún conserva su esencia poética.De eso se trata todo esto. Le voy a cantar un poquito:
«Río abajo, río abajo, río abajo:
A flor de agua voy sangrando esta canción
En el sueño de la vida y el trabajo
Se me vuelve camalote el corazón»
—¡JANGADEIRO! ¡JANGADEIRO! —.
— Qué lindo canta Don Aldo, hay que mejorar el JANGADERO porque le sale medio carioca. La conozco la canción, mi viejo la tocaba siempre. Murió como usted… de cáncer, era oncólogo y estoy seguro que le hubiese gustado participar en esta charla —.
— Bueno, mi querido amigo Olmos. Tengo que partir. En un ratito me junto con mi detractor George Orwell porque tenemos planeado hacer una distopía orgiástica del horror, a dos manos para limar nuestras asperezas. ¡Tenemos que hacer el trabajo de campo! —.
— Y de qué va. ¿Se puede saber?—.
— No. Por el momento solo tenemos el nombre… Palermo Hollywood. ¡Ah, me olvidaba! Me dijo mi amigo Orson que le diga a Marcelo que está en pedo si creé que él y Pichuco son parecidos—.
— No concuerdo Huxley ¡Son iguales! Bueno, pero antes que se retire, Don Aldo ¿A qué otra parte se fue cuando lo fue a visitar el dulce Jim? —.
¡Último momento! El astro argentino Lionel Messi firmó con el Inter Miami.
—Cómo dijo Don Aldo —.
Marcelo me miró sorprendido — ¡Qué Don Aldo chabón! Te quedaste dormido y hablabas solo. Viste te dije… Mirá ahí en la tele. Ahora todos los pendejos van a estar comprando la remera del Inter Miami. ¡Este mundo se va a la mierda! Messi en el Inter Miami y el Diego rubio clonado en un supermercado chino ¿Te traigo un cafecito?—.

—No seas maleducado Marce. Trae dos que tengo un invitado —. Me reí señalando la silla que hasta hace un ratito ocupó Don Aldo.