Yo acuso, un libro que cuestiona la posición dogmática de los médicos que tratan adicciones

AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS UNQ

En este artículo, el psiquiatra Federico Pavlovsky reseña la obra de Annie Mino y advierte: “La abstinencia no siempre es la prioridad”.

En los últimos días se ha traducido y publicado en castellano un texto crucial en la bibliografía de adicciones, la obra de la psiquiatra franco-suiza Annie Mino (1945-2015): “Yo acuso: las mentiras que matan a los adictos” (1996). 

Hace varios años un grupo de psiquiatras y psicólogos, que participábamos de un grupo de lectura que resultó bisagra en nuestras vidas, conocimos la obra del periodista ingles Johan Hari (Tras el grito, Paidós 2015) que nos alertó respecto a nuestra manera de pensar las adicciones. Por ese entonces ser adicto implicaba una etiqueta de marginalidad y enfermedad. Su punto de vista era apenas tomado en cuenta, los escasos usuarios que llegaban al servicio de salud mental debían cumplir nuestras indicaciones o retirarse, acción de lo más frecuente que denominábamos en nuestra jerga “resistencia” o “ausencia de demanda”.

Foto Crédito: Clarin

El texto, ahora publicado por la editorial Casa de Criaturas, tiene mucho de manifiesto personal y testimonia en forma cruda el cambio de perspectiva de la autora respecto a los adictos. Se autodenuncia en relación a la posición dogmática y moral de la mayoría de los médicos en relación a las adicciones, donde la única alternativa de tratamiento era la desintoxicación centrada en la búsqueda inexorable de la abstinencia. Mino se convenció, dolorosamente, que la mirada de muchos médicos constituía un elemento central de la baja accesibilidad de los pacientes al sistema de salud.

Un sistema (político-mediático-asistencial) que estigmatizaba el consumo de drogas y segregaba al usuario, porque dejaba afuera al no arrepentido, al que no aceptara “confesarse”, al que no buscara la sobriedad como redención. Mino enumera las palabras con las que se cataloga al usuario de drogas: “mentiroso”, “tramposo”, “violento” y nos formula una pregunta incómoda: ¿Qué tipo de relación terapéutica puede entablarse con un paciente así?

A contracorriente: una postura que quebró el paradigma

La experiencia de transformación personal de Mino, se desarrolló en un espacio y un tiempo: la ciudad de Ginebra a mediados de la década del 80, con alto nivel de consumo intravenoso de heroína, explosión de casos de VIH y marginalidad. En este contexto los tratamientos disponibles estaban focalizados exclusivamente en lograr la sobriedad, obtenían escasos resultados (30 por ciento de abstinencia a los 6 meses de la desintoxicación) y eran evitados por muchos usuarios.

En 1989, como responsable de la División de Abuso de Sustancias, Mino desarrolló (con resistencias enérgicas hasta en su propio equipo médico) programas de sustitución de metadona y luego dispositivos de prescripción de heroína. En su perspectiva, revolucionaria, argumentó que la abstinencia no siempre era la prioridad y que la dependencia era preferible a la muerte. En su texto, lo más parecido a un “cross a la mandíbula” en el sentido arltiano, acusa a los profesionales de la salud de un “abandono sanitario” por imponer esquemas de tratamiento alejados de las expectativas y necesidades de los usuarios.  

Mino documentó algunas consecuencias de los esquemas de remplazo con metadona: mejoría en la salud en términos globales, disminución notable de la delincuencia y disminución de la letalidad del consumo. Algunos pacientes con el tiempo (meses, incluso años) y luego de permanecer por largo tiempo dentro del sistema de salud y aun en consumo, optaron finalmente por tratamientos en búsqueda de la abstinencia. La experiencia tuvo un impacto social más allá de las drogas, produjo un viraje conceptual: del adicto como causa de problemas a la sociedad, a un miembro que podía colaborar con soluciones en su propia comunidad y ayudar a otros.

Hacia un modelo inclusivo 

Mino estaba convencida que era necesario incluir en el sistema de salud “a la mayor cantidad de adictos” y crear un vínculo con ellos, con el fin de mejorar sus condiciones médicas, afectivas, sociales y económicas. Como investigadora clínica, lideró investigaciones que mostraron la utilidad y eficacia en el plano sanitario de estos abordajes. Estudió en profundidad los comportamientos y necesidades de los usuarios de drogas (una obviedad en el mundo comercial, pero novedoso en el ámbito médico), para crear un sistema estratificado de tratamientos: desde la internación voluntaria hasta las salas de consumo supervisado de heroína, muchas de las cuales continúan en la actualidad.

En sus hallazgos documentó un hecho sorpresivo para muchos profesionales de la salud mental, en la medida que el abordaje terapéutico individual o grupal como medida inicial (la regla de un servicio de salud mental que se precie como tal), provocaba rechazo en algunos usuarios ya que implicaba conectarse con hechos vergonzantes o traumáticos. Para Mino, en las antípodas del paradigma prohibicionista, el uso de drogas representa una conducta privada, relativa e históricadonde la trayectoria de cada usuario debe buscarse un sentido a ese consumo. Encuentra en la figura del médico un rol específico y estratégico: aliviar el sufrimiento del usuario y, en paralelo, desalienta el intento de imponer su propia visión a quien pide ayuda.

El contraste entre Suiza y Argentina es tan obvio que no hace falta señalarlo, pero el eje central del libro de Mino va más allá: denuncia el abandono y la exclusión que han sido objeto las personas que consumen drogas. En el pasado y en la actualidad. En Ginebra y en Buenos Aires.

Un estudio científico descubrió que la niebla mental post COVID se asemeja a la enfermedad de Alzheimer

Los síntomas persistentes de la infección viral a largo plazo desconciertan a los especialistas médicos.

Investigadores descubrieron que la niebla mental experimentada por algunos pacientes después de superar el COVID-19 se asemeja a los síntomas experimentados por personas con enfermedad de Alzheimer, según un estudio reciente. La niebla mental, conocida como «niebla cerebral» en inglés, es uno de los síntomas que más desconciertan a los especialistas, y se caracteriza por la confusión, la dificultad para concentrarse, la lentitud en el procesamiento de pensamientos y los problemas de memoria.

El síndrome post COVID, también conocido como COVID prolongado o long COVID, se refiere a una serie de síntomas y signos que indican afectaciones en órganos más allá del sistema respiratorio, atribuidas al cuadro inflamatorio sistémico causado por el SARS-CoV-2 en el cuerpo. La niebla mental ha sido reportada por muchos pacientes que han sufrido la infección viral y persiste a largo plazo.

Según un estudio publicado en la revista científica Nature, la inflamación neurológica subyacente en trastornos como la enfermedad de Alzheimer y el síndrome post viral puede ser una explicación común para la niebla mental observada en pacientes con COVID-19. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Oxford, analizó los cambios cerebrales en 785 participantes de un gran estudio británico. Se observó una reducción en el grosor de la materia gris, cambios en los marcadores de daño tisular y una reducción en el tamaño global del cerebro en los participantes infectados con el SARS-CoV-2.

Hasta que los mecanismos que causan la opacidad cerebral estén claros, es difícil dar respuestas a las preguntas más comunes. Foto: Getty

Los expertos también encontraron similitudes en la niebla mental experimentada por pacientes con COVID-19 con trastornos como la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, la enfermedad de Parkinson y otros síndromes postvirales. Estas similitudes sugieren que la neuroinflamación causada por la infección del SARS-CoV-2 podría explicar la niebla mental experimentada por tantas personas.

El panorama a futuro

Aunque todavía se desconoce por completo el mecanismo que vincula el virus con la manifestación de la niebla cognitiva, los estudios preliminares indican que hay similitudes con los efectos de la quimioterapia en pacientes con cáncer. La quimioterapia también puede provocar una niebla mental, conocida como quimio-cerebro, que afecta a la memoria, la concentración y el pensamiento lento.

La analogía se basa en el análisis de procesos inflamatorios aparentemente similares.

Los especialistas reconocen que aún hay muchas preguntas sin respuesta en cuanto a la niebla mental post COVID. Se necesita más investigación para comprender los mecanismos exactos y determinar la duración del problema y los posibles tratamientos. Algunos estudios sugieren que la niebla mental puede disminuir con el tiempo, pero persiste en algunos pacientes incluso después de un año.

Los tratamientos para la niebla mental deben ser personalizados y considerar las condiciones de cada individuo, incluyendo otros trastornos y tratamientos farmacológicos que estén siguiendo. La atención médica especializada es fundamental para abordar tanto las consecuencias físicas como mentales a largo plazo del COVID-19 y otras patologías relacionadas.

A medida que continúa la investigación, los especialistas esperan encontrar respuestas más claras y desarrollar estrategias de tratamiento más efectivas para ayudar a los pacientes que experimentan la niebla mental post COVID.

Fuente: Infobae

 

El telescopio Webb hace un retrato de los Pilares de la Creación lleno de estrellas

Por SINC.

La nueva vista obtenida por el telescopio espacial de la NASA ayudará a los investigadores a renovar sus modelos de la formación estelar mediante la identificación de recuentos mucho más precisos de estrellas recién formadas, junto con las cantidades de gas y polvo de la región.

El telescopio espacial James Webb de la NASA ha capturado un paisaje exuberante y muy detallado de una región, los icónicos Pilares de la Creación, donde se forman nuevas estrellas dentro de densas nubes de gas y polvo. Los pilares tridimensionales parecen majestuosas formaciones rocosas, pero son mucho más permeables. Estas columnas están formadas por gas y polvo interestelar fresco que se ven, a veces, semitransparentes en la luz del infrarrojo cercano.

La nueva vista obtenida por Webb de los Pilares de la Creación —que se hicieron famosos por primera vez cuando se tomaron imágenes con el telescopio espacial Hubble de la NASA en 1995— ayudará a los investigadores a renovar sus modelos de la formación estelar mediante la identificación de recuentos mucho más precisos de estrellas recién formadas, junto con las cantidades de gas y polvo de la región, señala la NASA en un comunicado.

Imagen de los Pilares de la Creación, la de la izquierda fue captada por el telescopio espacial Hubble y la de la derecha por el telescopio Webb. / NASA, ESA, CSA y Space Telescope Science Institute (STScI)
Con el tiempo, los científicos comenzarán a desarrollar una comprensión más clara de cómo las estrellas se forman y salen despedidas de estas nubes polvorientas en el transcurso de millones de años.
 

Estrellas recién formadas

Las estrellas recién formadas son las protagonistas en esta imagen de la cámara de infrarrojo cercano de Webb (NIRCam, por sus siglas en inglés). Estos son los orbes rojos brillantes que típicamente tienen picos de difracción y se encuentran fuera de uno de los pilares de polvo. Cuando se forman nudos con suficiente masa dentro de los pilares de gas y polvo, estos comienzan a colapsar bajo su propia gravedad, se calientan lentamente y por último forman nuevas estrellas.

¿Y qué sucede con esas líneas onduladas que parecen lava en los bordes de algunos pilares? Estas son eyecciones de estrellas que todavía se están formando dentro del gas y el polvo.

Las estrellas jóvenes lanzan periódicamente chorros supersónicos que chocan contra nubes de material, como estos gruesos pilares. Esto a veces también ocasiona ondas de choque, que pueden formar patrones ondulados como lo hace un barco cuando se desplaza por el agua. El resplandor carmesí proviene de las energéticas moléculas de hidrógeno que se producen con los chorros y las ondas de choque. Esto es evidente en el segundo y tercer pilar desde arriba: la imagen de NIRCam está prácticamente palpitando con su actividad. Se estima que estas estrellas jóvenes tienen solo unos pocos cientos de miles de años.

Los Pilares de la Creación se destacan en un caleidoscopio de colores en la vista de luz infrarroja cercana del telescopio espacial James Webb de la NASA. Los pilares parecen arcos y columnas que emergen de un paisaje desértico, pero están llenos de gas y polvo semitransparentes, y están en constante cambio. Esto es una región donde se forman estrellas jóvenes, o apenas han salido de sus capullos polvorientos mientras continúan formándose. / NASA, ESA, CSA, STScI

Aunque pudiera parecer que la luz del infrarrojo cercano ha permitido a Webb ‘atravesar’ las nubes para revelar grandes distancias cósmicas más allá de los pilares, no hay galaxias en esta vista. En cambio, una mezcla de polvo y gas translúcido conocida como el medio interestelar en la parte más densa del disco de nuestra galaxia de la Vía Láctea bloquea nuestra visión del universo más profundo.

Esta escena fue captada por primera vez por Hubble en 1995 y visitada de nuevo en 2014, pero muchos otros observatorios también han observado detenidamente esta región. Cada instrumento avanzado ofrece a los investigadores nuevos detalles sobre esta región, que está literalmente desbordante de estrellas.

Esta imagen muy recortada está ubicada dentro de la gran Nebulosa del Águila, que se encuentra a 6.500 años luz de distancia.

 
 
 
 
Fuente: NASA y SINC.